San Juan de Sabinas, México (AP). Conmocionados por indicios cada vez más firmes de que las 65 personas atrapadas en una mina estarían muertas, los familiares de los mineros se negaban el viernes a descartar milagros hasta que no se confirmen fehacientemente los decesos.
Dios es grande. Podría devolverme a mi sobrino, declaró Luis González, cuyo sobrino está atrapado en la mina Pasta de Conchos, sacudida el domingo por una explosión que llenó los túneles de escombros y de gases tóxicos.
Funcionarios de la empresa y del gobierno dijeron el viernes que parecía cada vez más improbable que hubiese sobrevivientes.
Sólo un milagro podría salvarlos, manifestó el secretario de Trabajo Francisco Salazar al hablar ante familiares y periodistas que durante cinco noches se congregan en las afueras de la mina, en el norte del estado de Coahuila.
El personal de rescate, que incluye mayormente mineros, se adentró unos 800 metros en la mina, que tiene una extensión de 2,8 kilómetros y llegó a una zona en la que se creía podía haber 26 mineros.
Pero el administrador de la mina Rubén Escudero dijo que no se hallaron rastros de ellos, lo que implicaría que están enterrados debajo de los escombros o se encuentran en otro sector.
Científicos mexicanos que consultaron con 10 especialistas de Estados Unidos dijeron que, debido a los altos niveles de gases tóxicos, es imposible que quienes trabajaban en esa zona hayan sobrevivido.
Las autoridades señalaron que, a medida que el personal de rescate se interna en la mina, los niveles de gases tóxicos aumentan.
Las condiciones son cada vez más adversas, expresó Escudero el jueves.
Muchos familiares de mineros lloraron al recibir la noticia o pidieron a gritos que se suministrase los nombres de los mineros que pueden haber estado en la zona afectada.
Otros se resisten a perder la esperanza.
Juan conoce muy bien la mina. Sabrá qué hacer para salirse, dijo Silvia Rodríguez el viernes, aludiendo a su hermano.
Hay que esperar hasta que encuentren los cadáveres antes de decir que están muertos o vivos, sostuvo González.
Muchos de los parientes rezan y cantan junto a fogatas, o asisten a misas católicas y protestantes celebradas frente a los portones de la mina.
Durante más de cinco días el personal de rescate ha cavado con picos, palas y las mismas manos, sin usar equipo pesado, para evitar más explosiones.
Los directores de la mina dice que el estallido fue un accidente y que la mina había pasado inspecciones gubernamentales recientemente.
Julia Olivares, de 53 años, dijo que si se confirma que no hubo sobrevivientes, la tragedia será doble para ella, pues entre los mineros atrapados figuran su cuñado Juan y su hermano Amado.
Es trágico que dos hermanos trabajaron el mismo turno de noche. Su padre está afligido pensando que podría perder sus dos hijos, manifestó Olivares.