Greenwich. Víctor Borge, el pianista cuyo peculiar estilo de interpretar a los clásicos le ganó el mote de "príncipe bufón" en Dinamarca, murió el sábado. Tenía 91 años.
Su hija Rikke Borge dijo que su padre murió ayer en paz mientras dormía en casa, cuando su familia se reunía para celebrar la Navidad. El músico recién había vuelto de un viaje a su natal Copenhague.
Durante décadas, Borge deleitó al público quitando pomposidad a la música clásica. Se dejaba caer del banco, tocaba al revés y frecuentemente provocaba la risa con rutinas como la "puntuación fonética", en la cual usaba sonidos ridículos para indicar comas, puntos e interrogaciones en sus monólogos.
"Yo creo que hizo reír a todos los que estuvieron en contacto con él" dijo ayer Rikke Borge. "Tuvo una vida larga y feliz".
Borge siguió activo la década que siguió a sus 80 años, realizando giras y grabando vídeos, incluido el más popular: "Lo mejor de Víctor Borge", que vendió unos 3 millones de ejemplares. Bernard Gurtman, su agente, dijo que tenía llena su agenda de conciertos para los próximos dos años.
Borge dijo en 1986: "Algunas personas llegan a un punto en el cual deben tratar desesperadamente de asirse a algo que ya no está allí, no importa que tan grandes sean"'. Y agregó: "Es allí en lo que soy muy, muy afortunado. Todos hacemos lo que podemos, todos tenemos limitaciones. Aparentemente dentro de mis limitaciones hay suficiente para seguir, y seguir, y seguir adelante"'.
Borge daba 100 o más conciertos al año, a veces era pianista, a veces director, en ocasiones era el bufón, en otras se comportaba con gran seriedad.
En 1999, fue uno de los cinco virtuosos seleccionados para recibir los Honores del Centro Kennedy, de Estados Unidos.