Sustantivo en náhuatl que significa “sangre”, palabra poderosa y mítica que evoca vida y muerte por igual, caras de una misma moneda de curso existencial. Sustancia de la que se cubren mártires y sicarios, héroes y pusilánimes, manto que nos recibe al nacer y sudario frecuente de muchos decesos.
Eztli, antiguo sello de pactos y hermandades, río vital, fuente de fobia, fertilidad y culto, objeto de almacenamiento. Tantas veces derramada por variados discursos, nunca bien ponderada, excusa de vendettas y a menudo solicitada como consecuencia de los riesgos generados por la realidad de que los humanos somos la especie más dañina de este planeta. Sangre, otrora prueba de virtud en patriarcados añejos, rúbrica de contratos con Mefistófeles. Cemento de cohesión entre miembros de un mismo grupo genético, ciencia y futuro.
Cuando mana Eztli como consecuencia de un conflicto, algo espiritual se ha reducido; cada vez que se mata a un ser querido en el seno de un hogar, cuando se asesina a una persona para obtener un objeto inanimado, donde el odio desborda la razón' una roja mancha de tristeza invade la esperanza.
Sin embargo, hay un orden para el caos, un cauce interno para el tejido fluido que es la sangre, Dios nos dio el entendimiento, el libre albedrío y la paciencia. Si queremos, podemos cauterizar las heridas abiertas; después de todo, ya la más valiosa sangre fue derramada hace mucho tiempo en el Gólgota en nombre del amor.