Madrid, 31 dic (EFE).- La nueva ley antitabaco entra en vigor esta medianoche en España, con la prohibición de fumar en todos los lugares públicos y centros de trabajo, y el objetivo de atajar el tabaquismo, que mata anualmente a 56.000 personas en este país, según cifras oficiales.
En los últimos días, ni el fútbol, ni la política, ni el clima, ni la fuerte subida de los precios han conseguido desbancar como tema central de todas las conversaciones a esta nueva ley, que es una de las más restrictivas aprobadas en los países de Europa.
La ley que prohíbe fumar prácticamente en casi todos los sitios entrará en vigor nada más sonar la última campanada de la medianoche y entre los primeros que deberán acatarla estarán los trabajadores a los que les toca estar de guardia: periodistas, médicos, policías o bomberos.
Estará prohibido fumar en todas las dependencias cubiertas de los centros de trabajo, públicos y privados, es decir que no se podrá encender un cigarro ni en la escalera, ni en el cuarto de baño, ni al lado de la ventana ni en el balcón del despacho del jefe.
Tampoco se podrá fumar en gran parte de la superficie de los locales de ocio y restauración, ya que la norma establece que todos los establecimientos con mas de cien metros cuadrados deberán señalizar con un cartel cuál es la zona destinada a los fumadores.
La salvación para los fumadores serán los bares pequeños, cuyos dueños deben decidir si sus locales serán o no libres de humos.
Según las estimaciones del sector hostelero, cerca de un 90 por ciento de esos bares permitirá fumar, pero el Gobierno espera que este porcentaje disminuya con el tiempo.
Para aguantar el primer tirón son múltiples los consejos de auto-ayuda publicados en las últimas semanas para los fumadores que quieran dejar el vicio.
Muchos son también los métodos alternativos (hipnosis, acupuntura terapia de grupo...) y los tratamientos que venden en las farmacias: parches y chicles de nicotina, tabletas sublinguales, gránulos homeopáticos ansiolíticos y antidepresivos.
Según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del pasado mes de noviembre, los fumadores ya son minoría en España (un 25,8 por ciento), frente a los que se declaran ex fumadores (26,7 por ciento) y los no fumadores (47,5 por ciento).
Si la voluntad y los tratamientos no funcionan, los fumadores lo van a tener muy difícil y tendrán que limitar el ejercicio del vicio al ámbito privado, teniendo en cuenta además que la multas por fumar en sitios prohibidos podrán llegar a 10.000 euros (11.800 dólares).
Otra de las previsiones del Gobierno es que en 2006 se vendan en España entre 233 y 466 millones menos de cajetillas de tabaco y entre 56 y 113 millones menos de puros.
Son los números sobre una legislación, excesiva para algunos y justa para otros, que cambiará la cara de España, el país que introdujo el tabaco en Europa y en el que, hasta hace pocos años, se fumaba prácticamente en todas partes menos en la Iglesia.
Aún en los años 80 eran corrientes escenas hoy impensables: alumnos de secundaria fumando en las aulas, médicos que pasaban consulta "echando humo" o algún profesor de la facultad de Medicina que explicaba el cáncer de pulmón con un pitillo en la boca.
En 1985 casi la mitad del personal sanitario fumaba y todavía hoy la prevalencia del tabaquismo entre los profesionales de la enfermería ronda el 40 por ciento, por encima de la media nacional.
El camino hasta acorralar el tabaco y recluirlo prácticamente al ámbito privado comenzó en 1978, cuando se dictaron las primeras restricciones en la publicidad en radio y televisión.
Años después, se empezó a hablar de los "espacios sin humo" y a tener conciencia de los fumadores pasivos, hasta que en 1988 se aprobó un Real Decreto que declaraba al tabaco sustancia nociva para la salud y sancionaba el derecho de protección de los no fumadores.
Se prohibió fumar en vehículos o medios de transporte colectivo, en las áreas laborales donde trabajaran mujeres embarazadas, en centros de menores, establecimientos sanitarios, docentes y oficinas de la Administración con atención al público, pero el cumplimiento siempre fue escaso y los fumadores campaban a sus anchas. EFE
nac/fpb/cd