Aunque se trata de un problema que produce una visión borrosa, tiende a aumentar la sensibilidad a la luz y requiere de una operación para eliminarlo; tener una catarata en el ojo no es un asunto que deba verse con demasiada preocupación. La razón principal, sostienen los oftalmólogos, se debe a la moderna tecnología que se está aplicando en el país y que ha permitido el desarrollo de técnicas tan efectivas. Entre estas, la facoemulsificación o "faco", una de las más rápidas y seguras en el tratamiento de cataratas.
El Dr. Carlos Mejía, quien impulsó el procedimiento desde hace 10 años en Centroamérica, señaló que se trata de una cirugía ambulatoria y de incisión pequeña, que se ha venido depurando en varios aspectos para que el paciente pueda reasumir sus actividades normales a los pocos días de ser intervenido.
Según Mejía, la catarata surge por un enturbiamiento del cristalino del ojo y suele afectar en su mayoría al 70 por ciento de las personas que sobrepasan los setenta años.
"Con la cirugía faco se inserta en el ojo una pequeña sonda ultrasónica que fragmenta el lente turbio en piezas pequeñísimas y luego las aspira suavemente para extraerlas y realizar la inserción del lente intraocular", detalló el cirujano y director de las clínicas llamadas Oftalmejía.
Esta operación tarda entre 10 y 20 minutos y normalmente se le solicita al paciente exámenes preoperatorios que determinan su riesgo anestésico.
Pequeña incisión
Para corregir el problema, el médico debe hacer una pequeña herida entre 2,8 y 3,2 milímetros (mm) y no de 12 mm, como ocurre con la técnica convencional o extracapsular (EECC), que involucra la extracción del lente turbio entero, y por tanto una sutura con pequeñas puntadas.
Mejía indicó que la incisión puede ser hecha tanto en la córnea transparente, que se encuentra sobre el iris y la pupila, como en la esclera o parte blanca del ojo.
Una de las ventajas de las heridas pequeñas, sostiene, es que generalmente producen menos incomodidad durante y después de la operación.
La convalecencia total puede tardar de tres días a una semana.
Dicho criterio lo comparte también el Dr. Paul Flikier, cirujano oftalmólogo y director del Centro Médico de la Visión. Según Flikier, la aplicación de gotas tópicas o de anestésicos de uso intraocular eliminan la sensación de dolor y permiten una recuperación inmediata de los movimientos del ojo.
"Durante la intervención el paciente está totalmente despierto y consciente. Posterior a ella, puede salir caminando por sí solo, sin necesidad muchas veces de utilizar parches o vendas en el ojo", aseguró.
¿Y el lente?
Al retirar la catarata se quita el cristalino, que funge como un lente de enfoque; razón por la cual el cirujano debe reemplazarlo por un lente intraocular (vea infográfico). Aunque el tamaño y grosor de este dependen de un examen llamado biometría que se le practica al paciente la mayoría son acrílicos, plegables y de una sola pieza.
Flikier explicó que el diseño de estos lentes ha evolucionado a tal punto que hasta pueden doblarse para su implantación. "Se insertan en el ojo con un inyector que no altera el tamaño de la herida. Una vez dentro, el lente se extiende y adquiere su forma original", dijo.
Mejía, por su parte, señaló que problemas como la miopía o hipermetropía también pueden ser corregidos por el médico al ajustar el poder del lente intraocular.
Algo que no ocurre con la cirugía EECC, donde la incisión tan profunda provoca algunas veces una distorsión de la curvatura del ojo y, por ende, un astigmatismo que tiene que ser corregido después de la operación.
A nivel privado, la facoemulsificación suele tener un costo entre $1.000 y $1.300 (¢ 400.000 aproximadamente). Sin embargo, los médicos aseguran que los resultados visuales hablan por sí solos y por ello justifican el costo de la intervención. Este procedimiento se realiza también en algunos hospitales de la Caja, como el México, el San Juan de Dios y el Calderón Guardia. "Nosotros valoramos la condición del paciente y luego decidimos si es candidato a la cirugía convencional o a la faco, cuya técnica requiere de un equipo mucho más sofisticado y costoso", dijo el oftalmólogo Javier Córdoba, del hospital San Juan de Dios, en donde, se practican de cuatro o cinco operaciones de cataratas por día.