
La VII Bienal de Arquitectura y Urbanismo Costa Rica 2004, realizada por el Colegio de Arquitectos del 11 al 16 de octubre, otorgó el Gran Premio Bienal al arquitecto costarricense Víctor Cañas, por su Casa Holmes, una vivienda en Playas del Coco.
Esta misma casa en Guanacaste ganó el Premio Maranta, gracias a su integración paisajística. Cañas, quien tiene un currículum bastante exitoso, recibe el reconocimiento por segunda vez, ya que en 1998 ganó la IV Bienal, con un complejo de casas de playa.
Para el jurado, presidido por el arquitecto americano Thompson Penney y compuesto, por Gretcher Penney, también americana, Daniel Young, de Panamá; Ruy Ohtake, de Brasil y los costarricenses Héctor Chavaría y Álvaro Rojas, el proyecto presentado este año por Cañas "muestra un nivel de madurez exquisito, una tranquilidad y limpieza de líneas que al mismo tiempo es audaz y siempre renovado, como en cada proyecto que afronta.
Y es que Víctor Cañas se ha ocupado desde su estudio de arquitectura en San José de muchos proyectos, varios de ellos premiados dentro y fuera de nuestras fronteras nacionales.
Sobre su último galardón conversó con Metro Cuadrado y estos fueron sus comentarios:
-El jurado del premio define su arquitectura como "madura, tranquila, serena y sobre todo siempre muy bien asentada en referencia con su entorno. ¿Está de acuerdo con esto? Con la primera parte no tanto, es decir, no soy yo la persona que podría calificar a mi propio trabajo con estos adjetivos, pero con lo último sí que es cierto y fue la intención más fuerte de este proyecto y casi que de todos los míos, porque yo creo que toda arquitectura debe responder a su entorno.
-¿Y en la casa Holmes cómo se logra esa integración del contexto? En cada rincón de ella. La casa se levantó en una colina, con vistas increíbles al mar y a su espalda, una esplendorosa roca que se integra con el diseño, porque yo quería que la casa viviera todo eso, toda la naturaleza que la rodea.
Pusimos énfasis a la apertura de los espacios, con la clara intención de crear ambigüedad sobre si se está dentro o fuera de la vivienda y esto lo logramos con el uso de enormes ventanales de vidrio.
Las cubiertas flotantes y la estructura liviana del inmueble le terminan de dar ese aire liviano y a la vez, mantienen la ventilación de la vivienda.
La planta de distribución es alargada y se compone de dos dormitorios, una suite, áreas sociales, cocina, piscina y un departamento independiente.
¿Hay algún sitio de la casa que considere realmente especial? Sin duda, la cocina. Desde ella se pueden vivir las dos características que dieron forma a la casa. La formación rocosa a su espalda, que se integra totalmente en esta habitación y la vista al mar y las montañas, que también se puede apreciar si se voltea la vista.
-Su obra ha sido distinguida por su refinamiento y cuidado en los detalles, y en esta casa son evidentes. ¿Cuál es su secreto para llegar a este nivel de detalle? Ninguno, más que trabajo es intuición. Yo realmente disfruto eligiendo los materiales que utilizo y haciendo mezclas con materiales industriales y naturales para lograr un balance. Creo que los detalles bien resueltos definen a un proyecto.
-Usted ha participado en varios concursos y ya fue ganador de una Bienal, la cuarta en 1998. ¿Cuál cree usted es el aporte que este tipo de concursos deja a la arquitectura nacional? Las bienales son un estímulo, una competencia sana que te lleva a superarte. Creo que para el gremio nacional su convocatoria cada año es algo positivo, porque cada vez se pueden ver más y mejores proyectos.