Los restos mortales de Henri Paul, el chofer del vehículo accidentado el pasado 31 de agosto en el que murió la Princesa de Gales, fueron inhumados ayer, en el cementerio de Lorient (noroeste de Francia).
Paul fue enterrado tres semanas después del accidente, en presencia de un grupo reducido de familiares y amigos en el cementerio de su localidad natal, tras el funeral oficiado en la iglesia de Santa Teresa.
Varios periodistas y curiosos acudieron al sepelio, pero fueron mantenidos a distancia por un grupo de medio centenar de policías que cercaron la zona para evitar posibles incidentes.
Solo un pequeño grupo de periodistas tuvo acceso a la iglesia donde el párroco Leon Theraud ofició una misa a la que asistieron también algunos compañeros de trabajo del hotel Ritz de París, donde Paul ejercía de adjunto del jefe del servicio de seguridad.
El funeral de Paul, previsto inicialmente para hace dos semanas, fue retrasado debido a las peticiones de su familia y de la del compañero de la princesa Diana de Gales, Dody Al Fayed, para que se le practicaran nuevos análisis de sangre.
Los tres análisis confirmaron que Paul tenía una tasa de alcohol en la sangre de 1,7 gramos, superior al máximo de 0,5 gramos autorizado por la legislación francesa para poder conducir.
El chofer, que conducía además un Mercedes de gran cilindrada sin el permiso requerido para este tipo de vehículos, chocó el pasado 31 de agosto contra la columna número 13 del túnel Alma de París, cuando circulaba a una velocidad de entre 140 y 180 kilómetros por hora, según cálculos de los expertos de la investigación del accidente.