Cuando el hombre llegó a poblar Nueva Zelanda, ya en esa tierra habitaban inmensos pájaros terrestres: los moa.
Es el ave más grande que ha caminado sobre la faz de la Tierra. Medía tres metros, ponía huevos de siete litros, pesaba 200 kilos y vivió mucho tiempo antes que el hombre (han encontrado fósiles que datan de hace 11,2 millones de años).
El moa es una especie de aves herbívoras emparentadas con el avestruz. Pudo evolucionar tranquilamente en el territorio de Nueva Zelanda, donde no existían grandes depredadores.
Pero la paz acabó cuando los maoríes de Polinesia llegaron a la isla en busca de alimento, hace 800 años. El moa se convirtió en fuente principal de alimentación para ese pueblo. Se estima que existían entre 13 y 25 diferentes especies, y que para el final del siglo XVII los más grandes ya estaban extintos.
Ahora, investigadores de la Universidad de Oxford, del British Museum (Natural History) de Londres y de la Universidad de Barcelona han recuperado el material genético completo de sus mitocondrias -unas pequeñas estructuras con forma de burbuja que hay en el interior de las células-. Se trata de la primera vez que se descifra un genoma de un animal extinto.
La investigación explica cómo han evolucionado las aves de la familia de los avestruces y proporciona pruebas de que sí existió un solo continente, Pangea (en la era paleozoica, existía un solo continente en el que estaban unidas las masas terrestres más antiguas de los cinco continentes actuales).
Para los científicos, la distribución actual de los parientes del moa (que se encuentran no solo en África sino también en América) es la prueba fehaciente de que existió un solo continente que luego se dividió.
Los resultados de la investigación se presentaron en la edición del 8 de febrero de la revista Nature .
En busca del ADN
El equipo que ha realizado este logro en el campo del ADN antiguo (técnica de recuperación de material genético de restos del pasado) ha necesitado dos años de trabajo en el laboratorio para ensamblar casi 200 fragmentos de ADN (Ácido Desoxirribonucleico) recuperados de fósiles de la especie.
El estudio fue concebido para llevar a cabo la reconstrucción genealógica definitiva del grupo de las ratites (aves a las que pertenece el moa, el kiwi y el avestruz) y poder entender su distribución geográfica en el marco de la fragmentación de Gondwana, el supercontinente meridional (la parte sur de Pangea).
Sin embargo, lo que más ha llamado la atención en la comunidad científica es el hecho de disponer por primera vez de la secuencia completa de un genoma mitocondrial extinto.
Genoma mitocondrial
El ADN mitocondrial es un pequeño genoma de unos 16.500 nucleótidos (las letras que conforman la cadena de ADN) que se halla en el interior de las mitocondrias (pequeñas partículas celulares encargadas de producir la energía para la célula).
El genoma mitocondrial representa tan solo el 0,0005 por ciento de la longitud total del genoma nuclear. En él se marcan las huellas de la evolución de una especie.
Hasta ahora, el fragmento recuperado más largo de ADN mitocondrial de un organismo extinto se hallaba cerca de los 500 nucleótidos.
Un ave muy estudiada
Por su antigüedad y por ser el ave más grande que ha existido, el moa es una especie muy importante para los biólogos.
Rafael Acuña, biólogo de la Universidad de Costa Rica, explica que ésta forma parte de las aves paleognatas (las avestruces y aves parecidas a los avestruces). Son aves que tienen una distribución geográfica restringida al continente sur de Pangea, llamado Gondwana, debido a que en esa región no tenía competencia con otros mamíferos terrestres.
En Costa Rica hay aves de la misma especie, son los kinamúes o gallinas de monte. Existen cinco variedades de estas aves en el país .
Acuña califica la obtención del genoma mitocondrial del moa como un gran descubrimiento. "A través de ello podemos saber las características que pudo haber tenido (el moa) y como ha cambiado de individuo a individuo, para entender mejor la evolución del grupo", dice.
¿Traerlos de vuelta?
El conseguir el ADN de una especie extinta nos hace pensar que el sueño de ciencia ficción de Parque Jurásico se ha vuelto realidad.
Pero estamos muy lejos de ello. Aun en el caso de que alguien, con infinitos medios y paciencia, fuera capaz de recuperar todo un genoma nuclear de una especie extinta, no se podría reconstruir un organismo extinto a partir únicamente de la secuencia de ADN.
En primer lugar, no se tendría la estructura de los cromosomas y de los genes. Por otro lado, sería difícil lograr la gestación del ser extinto sin una especie materna cercana para que funcionara como madre de alquiler.
Y si se lograra sobrepasar todos esos obstáculos, es probable que ni siquiera exista en la actualidad el hábitat y la dieta natural de esas especies.
Aunque lo más probable es que los científicos no podrán traer de vuelta a especies extintas hace tanto tiempo, el estudio de su ADN ayudará a comprender la evolución del mundo animal.
El moa en breve
Está extinto; desapareció hace 500 años.
Eran grandes; de todas las especies, la más grande medía tres metros.
El hombre los utilizó como alimento, por eso se extinguieron.
Vivían en el bosque.
Juntoal moa, otras doce especies de aves se extinguieron.