Cuando la algarabía de diciembre ha terminado y enero da la bienvenida al nuevo año, es el momento de regalar buena suerte y asegurarse de contar con dinero los 365 días.
Para esto, nuestros abuelos acostumbraban regalar una flor que crece en las alturas bajo el amparo de las temperaturas frías y que, según la creencia popular, con solo ponerla en el monedero les aseguraba no carecer de dinero.
Tradición perdida
Bautizada como Santa Lucía, en honor a una joven mártir del cristianismo, esta flor solo crece en enero, pintando la montaña con su tenue color morado e impregnado el ambiente con un fresco aroma.
La tradición imponía que durante el primer mes del año, las personas cortaran un ramo de Santa Lucía y obsequiaran una flor a sus amigos, seres queridos o a los vecinos con lo que les garantizaban no tener problemas de plata durante el año.
Además de dar la flor, se realizaba una fiesta para celebrar la fecha. Aparte de las comidas y bebidas típicas, se organizaba el baile de Santa Lucía en el que solo participaban niños, de los cuales se elegía a uno y se le vendaban los ojos, con lo que se suponía que tenía contacto con la santa, a quien se ha invocado durante siglos para contrarrestar problemas de la vista.
Curiosamente, la sabiduría popular afirma que hervir Santa Lucía ayuda a combatir los problemas de los ojos, como la conjuntivitis.
Recuperar la tradición
Fernando Castro, dueño del complejo familiar Targuá 4x4, ubicado en Pabellón de Santa Ana, es un amante de Santa Lucía, tanto así que en su propiedad cuenta con una larga extensión de terreno reservada para que cada enero crezca la flor.
Su interés lo ha llevado incluso a pensar en "revivir la tradición, por lo menos en la zona", para lo cual, con ayuda del historiador Jorge Acevedo Vargas, ha recopilado información sobre la fiesta de Santa Lucía para recrearla de la manera más auténtica posible, lo que significa no solo regalar la flor, sino también efectuar el baile y hasta las comidas que se servían.
"Parte de la tradición es el contacto con la montaña y arrancar la flor", afirmó al invitar a la gente a visitar su complejo y aprovechar para llevarse un ramo de Santa Lucía.
La verdadera Santa Lucía
A Santa Lucía se le ha caracterizado, en pinturas y dibujos, como una joven que carga una bandeja con dos ojos, porque la tradición narra que se los sacaron por proclamar abiertamente su fe en Jesucristo.
Nació y murió en Siracusa (antigua ciudad italiana) y se cuenta que cuando niña hizo voto de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud su madre viuda quiso casarla con un muchacho pagano.
Por esos días la madre enfermó gravemente y Lucía le propuso que fueran en procesión a la tumba de Santa Agueda y si esta la curaba le concedería el permiso para no casarse.
La madre aceptó, visitaron la tumba y quedó curada instantáneamente. El novio no aceptó que Lucía no quisiera casarse y en venganza la acusó de ser cristiana ante el gobernador.
Fue llevada a juicio y torturada, tras lo cual, de un golpe de espada, le cortaron la cabeza.
Fuente: Libro Vidas de Santos #4 de Eliécer Sálesman.