El diccionario de la Real Academia Española incluye la palabra ranking como una voz inglesa que significa clasificación de mayor a menor, útil para establecer criterios de valoración. Por ejemplo, la tabla de posiciones de equipos deportivos o atletas en los torneos, es un ranking. Recientemente, se han popularizado a nivel mundial los rankings académicos, que brindan una tabla de posiciones de universidades, de instituciones de educación superior e incluso de países según evaluaciones que se hacen a estudiantes de sus sistemas educativos.
Una tabla de posiciones indica el lugar que le corresponde a cada participante. El objetivo de estas clasificaciones académicas es que sean insumo para la toma de decisiones ya sea por parte del sector político, las autoridades universitarias, y las personas beneficiarias: individuos, familias y sociedad.
Clasificación de carreras. En Costa Rica, aunque oficialmente no existe un ranking académico, al hacer públicos ciertos resultados sí es posible clasificar programas y carreras, aunque solamente en tres categorías: carreras acreditadas, no acreditadas y carreras cuyas instituciones están fuera del sistema oficial de acreditación.
Es importante notar que al no existir diferenciación al interior de cada una de esas categorías, el público puede asumir que la calidad de cada carrera ubicada en una misma categoría es igual. Es decir que, por ejemplo, la calidad de todas las carreras acreditadas es igual, lo cual es una falacia. Internacionalmente, las tablas de posiciones sí están diferenciadas y cada universidad, programa o carrera ocupa su lugar en el ranking.
Debido a esa creciente popularidad de las tablas de posiciones académicas y con el fin de reflexionar sobre esta realidad fue que el pasado mes de setiembre la Universitat Oberta de Catalunya UOC (pionera en el mundo en ofrecer todos sus programas en línea) invitó a participar en el I Seminario internacional sobre rankings en la educación superior y e-learning.
En la invitación que cursara la Dra. Imma Tubella i Vasadevall, rectora de la UOC, indicaba que los rankings académicos, aunque herramientas útiles para la evaluación de instituciones de educación superior y universidades, traen consigo numerosas críticas, sobre todo en cuanto a su falta de transparencia; se han mantenido al margen de los cambios que se gestan en la educación superior y en las universidades y, sobre todo, a la interpretación y uso que se da a sus resultados.
Categorías rígidas y simplistas. La participación en el seminario permitió a los/as académicos/as participantes llegar a la conclusión de que estas tablas de posiciones o rankings son instrumentos muy lineales y rígidos, y que distan mucho de ser objetivos, pues se adaptan a la visión y los intereses de quien los diseña.
Algunas de las personas más preocupadas señalaron el riesgo de que cada vez con más frecuencia las instituciones que quieren mejorar en la tabla de posición pierdan de vista su misión y se conviertan en lo que mide el ranking .
También hubo consenso en que la necesidad de obtener un número para ubicar las posiciones le confiere opacidad a la herramienta. Es decir, no está claro en qué es buena la institución o la carrera, o cuáles son sus debilidades. Se mencionó también que generalmente se escogen indicadores fáciles de cuantificar y evaluar, dejando de lado la esencia del complejo quehacer de la educación superior (como aprendizaje, docencia, innovación, internacionalización, acción social).
En síntesis, se llegó a la conclusión de que la evaluación académica es un proceso muy complejo y que con estas herramientas se mide de manera simplista.
Herramienta más compleja. Con el fin de abordar estas preocupaciones compartidas, el Dr. Endika Bengoestxtea, responsable de Política de la Dirección de Educación y Cultura de la Comisión Europea, presentó en este mismo seminario una herramienta multimedial para la clasificación académica.
Se trata de una base de datos que permite que la información se organice, no de acuerdo con los intereses de quien diseña la herramienta, sino dependiendo de quién deba tomar las decisiones: individuos, familias, autoridades universitarias, sector político.
Los resultados no se ordenan por un número, sino por clave de color, de acuerdo con los intereses y necesidades de los beneficiarios. Es posible agrupar las instituciones de acuerdo con sus características o fortalezas de manera que las comparaciones tengan más sentido. Y se incluyen indicadores más afines a la misión de la universidad, aunque más difíciles de evaluar: proceso pedagógico, innovación docente, contribución a la transformación de la sociedad, pertinencia, internacionalización, diversidad.
Esta herramienta de ranking multimedial está en un avanzado estado de diseño y las pruebas a las que se ha sometido han dado resultados positivos. De acuerdo con el Dr. Bengoestxtea, uno de los mayores retos seguirá siendo (al igual que con las herramientas tradicionales de ranking ) educar a beneficiarios y usuarios sobre la forma de interpretar y utilizar los datos, de acuerdo con el propósito con que sean generados.
Pero aún con este reto, una refrescante mirada multidimensional y una herramienta multimedial nos permitiría avanzar hacia una evaluación académica compleja de los procesos educativos que, por definición, son complejos.