Días atrás, nuestra hija adolescente de trece años, apareció con un piercing en el frenillo labial superior. Creyó que aprovechar una salida al cine con su grupo de amigas, para visitar un local de tatuajes y hacerse un piercing , era una buena idea. Como odontólogo que soy, le hice ver los riesgos que el aro metálico en su boca representa, también hablamos sobre su error al haberse perforado sin tener permiso ni de su mamá ni el mío.
Me pareció extraño que una menor de edad pudiese ir a un lugar de estos y sin mayor problema salir de ahí con un radiante piercing en su cuerpo. En el local en cuestión dijeron que según un abogado no había problema en llevar a cabo ese procedimiento en un menor. Consulté en otros lugares y me di cuenta que algunos de los dueños de estos locales no tienen ni idea de la legislación que pesa sobre sus negocios.
Pese a que mi hija escogió un local que tiene su permiso sanitario al día y que, por fortuna, utilizan equipo esterilizado, nunca se le preguntó por posibles enfermedades, alergias o prohibiciones que contraindiquen la perforación que se realizaría. Tampoco se le solicitó la presencia de alguno de sus padres. Estudiando el reglamento citado, me quedó claro que la ley establece una serie de requisitos de documentación que deben estar en los establecimientos que se regulan.
El artículo 8 en el inciso 6 solicita que haya un registro de usuarios que incluya datos como el nombre del cliente, numero de identificación, fecha y hora del procedimiento, consentimiento informado, registro de enfermedades como diabetes y hemofilia, así como registro de lesiones en la piel o sensibilidad a jabones y desinfectantes, etc.
En el caso de niños y adolescentes, el artículo 10 establece con claridad: “Tratándose de menores de edad, solo podrá realizarse el procedimiento con autorización escrita y en presencia de los padres o representante legal. Debe presentar una fotocopia certificada de la identificación del responsable”.
Preocupa que haya desconocimiento de la legislación por parte de los tatuadores y perforadores. Cabe recordar que cualquier modificación sobre el cuerpo humano conlleva su carga de riesgo y más si la persona padece de alguna condición que contraindique el procedimiento. Es importante respetar las normas establecidas para velar por la salud de los clientes y para no pisotear la patria potestad.