por Natalia Martín Cantero
San Francisco (EEUU), 12 ago (EFE).- Con Arnold Schwarzenegger, que en los dos últimos años ganó más de 60 millones de dólares, el imperio del "rey del porno" Larry Flynt o el empresario Bill Simon, queda claro que el referéndum de California es para millonarios.
Schwarzenegger, que emigró a California desde Austria para participar en concursos de culturismo, cumplió con creces su sueño americano de inflar tanto sus bíceps como sus bolsillos hasta extremos imposibles.
El actor -de quien, por otra parte, hoy se ha sabido que sólo acudió a votar en cinco de las últimas 11 elecciones- ganó más de 60 millones de dólares en los dos últimos años fiscales, en parte gracias a los beneficios de la película "The Sixth Day", en 2000, y "Collateral Damage", un año después.
La inmensa fortuna del actor, que se jacta de que no necesitará de los favores de nadie, juega a su favor, ya que no tendrá que perder un tiempo crucial recogiendo fondos para, por ejemplo, comprar espacios en la televisión o en los periódicos.
Uno de los requisitos que han de cumplir los candidatos para participar en el plebiscito para la destitución del gobernador de California, el demócrata Gray Davis, que se celebrará el próximo 7 de octubre, es desvelar el estado de sus finanzas presentando las últimas declaraciones fiscales.
Si de algo ha servido, de momento, este carnavalesco referéndum es para poner de manifiesto que, aunque en teoría cualquiera puede participar -y, de hecho, así ha sido, con más de cien potenciales candidatos- en la práctica una vez más el dinero se hace indispensable para entrar en política.
Para comenzar, está Darell Issa -el republicano responsable de montar este "tinglado"- que decidió salirse de la campaña a última hora, cuando las encuestas le daban un porcentaje de voto insignificante.
Issa, que hizo fortuna vendiendo alarmas de autos, se gastó cerca de dos millones de dólares de su bolsillo en la exitosa campaña de recogida de firmas contra el gobernador.
Por su parte, el "rey del porno" Larry Flynt, en silla de ruedas desde que fuera tiroteado en la calle en una de sus múltiples y famosas batallas judiciales, calcula que su patrimonio es de al menos 400 millones de dólares.
El multimillonario, que asegura que el hecho de que se dedique a la comercialización de pornografía no significa que no le preocupen los graves problemas a los que se enfrenta el estado, tiene un imperio que va más allá de la revista "Hustler" y que incluye un edificio en Beverly Hills -que aloja, por ejemplo a consulados como los de Brasil y Ecuador-, un club de póquer o un casino.
Bill Simon, el republicano que perdió en las elecciones de noviembre frente a Davis por cinco puntos, gana unos tres millones de dólares al año, según indicó entonces, cuando presentó 184 páginas de documentos que detallaban la compleja trama de inversiones y participaciones de su empresa familiar.
Arianna Huffington, la columnista de origen griego que va a probar fortuna política, se embolsó millones de dólares tras su divorcio del millonario Michael Huffington, quien también consideró participar en estas elecciones, pero finalmente se echó atrás.
Tampoco a Peter Ueberroth le faltan medios para poner en marcha su campaña.
Ueberroth, un republicano de tendencia moderada nombrado "Hombre del Año" por la revista "Time", saltó a la fama en 1984 cuando organizó los Juegos Olímpicos de Los Angeles.
De acuerdo con los documentos oficiales, Ueberroth tiene un patrimonio declarado de al menos 68 millones de dólares.
"Soy, probablemente, el único no millonario en esta campaña", dijo el vicegobernador del estado, Cruz Bustamante, segundo favorito en las encuestas por detrás del musculoso actor.
Ciertamente Bustamante, que se define como un "tipo normal, opuesto en cierta medida a Schwarzenegger", es la excepción.
Bustamante, quien de hacerse con el puesto se convertiría en el primer hispano al frente del Gobierno de California, presentó sus cinco últimas declaraciones de la renta que muestran que su sueldo medio fue de 127.000 dólares al año. En comparación con los otros, una miseria. EFE
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