
Con sólo 707 km² y una población de 4,7 millones de habitantes, Singapur es hoy el país más pequeño del sudeste de Asia y el cuarto centro financiero del mundo. Situado entre Malasia e Indonesia, esta pequeña isla tiene una pujante economía basada en el comercio, la tecnología y los servicios.
Su vertiginoso crecimiento es a partir de su independencia en 1965, con el liderazgo de Lee Kuan Yew del Partido de Acción Popular. Con rasgos democráticos y autoritarios, esta pequeña nación carente de recursos naturales, en solo 30 años logró superar el ingreso per cápita de Estados Unidos y poseer una de las economías de mercado libre más diversificadas y más prosperas.
Singapur cuenta con la refinería de petróleo y el puerto más grande del Asia. Hoy tiene exportaciones que superan los $250.000 millones de dólares al año, contra Brasil que apenas exporta $200.000 millones de dólares. ¿Cómo lo lograron? ¿Cuál fue su secreto? ¿Cómo se reinventaron? ¿Cómo es su sistema educativo? ¿Cómo es que han logrado aumentar la innovación y tener más de 800 patentes registradas?
Todo este milagro económico se basó en la visión y pragmatismo de sus líderes, que lograron un sistema educativo de excelencia a un costo razonable. La educación en Singapur ha sido siempre la prioridad del Gobierno. Singapur es un país que importa virtualmente todo, desde el agua a los alimentos. Es por eso que para sobrevivir debió explotar su potencial humano. Singapur se reinventó para atraer la inversión de empresas de alta tecnología y exportar servicios a base de excelentes recursos humanos.
Sistema educativo holístico. La primera de las decisiones claves del Gobierno de Singapur fue la adopción del inglés como su idioma principal, por encima de las lenguas maternas. Esto obligó a que todas las escuelas fueran bilingues y que sus estudiantes fueran más competitivos al acceder a otras culturas, al idioma del comercio e Internet. Singapur importó cientos de profesores de inglés y logró reducir las tensiones raciales entre la población malaya, china e india.
El otro secreto de Singapur fue complementar el currículo académico con programas extracurriculares como artes, música, deportes, ciencias, computación y competencias transversales para el desarrollo integral.
A los niños en Singapur no solo se les enseñó el lenguaje y el vocabulario, se les fomentó el ser creativos, conocer, investigar, convivir, jugar y, ante todo, a luchar y ser competitivos.
Otro pilar fueron los docentes. En Singapur solo la gente más calificada y de mejores resultados académicos pueden ser docentes. El proceso es selectivo y los salarios son altos, aunque no extraordinarios. La formación y calificación continua de los docentes fomenta la competencia y la calidad. En Singapur los profesores reciben la tutela de personal calificado por 100 horas anuales.
El seguimiento es la clave. La única manera de lograr competitividad consiste en elevar el estándar de todos los estudiantes, por lo que se participa en todas las evaluaciones internacionales. En Singapur se imparten lecciones extras al 20% de los alumnos retrasados.
Estructura educativa. En la educación preescolar, Singapur invirtió su creatividad y tenacidad. En los primeros años es cuando el niño se desarrolla en el orden biológico, psíquico, social, físico y cultural. Es en este ciclo donde Singapur les enseñó a sus niños a explorar, a escuchar, a ser saludables, a superarse y a ser feliz. En la educación primaria la lengua materna el inglés y las matemáticas fueron los ejes cruciales. La educación moral, los estudios sociales, las ciencias, la cívica, la física, el deporte y arte han sido materias de su formación integral. En los niveles 5 y 6 se hacen evaluaciones para ubicar a los estudiantes.
La educación secundaria se clasifica en académica, para quien tiene habilidades intelectuales; vocacionales y politécnicas, para formar técnicos medios y altas especialidades; y colegios científicos para desarrollar talentos. Tanto en primaria como en secundaria el progreso se mide rigurosamente y los exámenes son importantes.
En la educación superior, Singapur incentiva las carreras de alta demanda y nuevas áreas de formación en ciencia y tecnología. Se fomenta el “empresarialismo” en todas las carreras. Más de 100 universidades extranjeras de la mejor calidad tienen programas de titulación conjunta.
Las lecciones. Lo más importante de la enseñanza en Singapur es su lucha sin fin por superarse. La competencia es parte de su vida. Los maestros son los mejores calificados y tienen buenos salarios. Todos los educandos son tutorados desde niños y apoyados. Nadie se queda atrás. Se hacen ránquines de todos los alumnos para canalizarlos. Solo el 30% de los jóvenes entran a las universidades, el 40% entra a excelentes institutos politécnicos y un 25% a las escuelas vocacionales. El 90% de los egresados de los institutos y escuelas vocacionales tienen trabajo.
Hoy, en Singapur, existe una coordinación y alianzas estratégicas permanentes entre el Estado-academias y empresa privada. Todas las carreras universitarias son evaluadas cada 5 años y deben estar acreditadas internacionalmente. La Universidad Nacional de Singapur está entre las 30 mejores del mundo.
En Singapur las ciencias y las ingenierías son el 70% de la población de la educación superior. Las universidades no son gratis, pero el Estado apoya a los alumnos con subsidios y préstamos a largo plazo que deben ser retribuidos después de graduados, creando mayor conciencia y un mejor compromiso.
Podemos concluir que la educación de calidad ha sido el secreto de un desarrollo inclusivo de Singapur. Aprendamos de esta pequeña nación y hagamos las grandes transformaciones que aún están pendientes en nuestro sistema educativo, si queremos ser una sociedad más justa y desarrollada.