El gusto de una Navidad limonense, como casi todo en el Caribe, lejos de ser ácido es muy dulce y caliente. Todo es propicio para que el sabor caribeño corra por las venas; el calor húmedo se encarga de abrir los poros y lo único necesario es dejar que la alegría y sabor que transpira el Caribe invadan el ánimo, especialmente si se acercan las fiestas navideñas.
Poco importa si se es blanco, chino o negro, el Niño que llega en Nochebuena puede tener los rasgos de todas las culturas, pues cada una toma la tradición cristiana de la Navidad y la viste con sus rasgos propios, tal y como lo hacen en Limón.
Una muestra concreta son los pasitos en los que no solo Baltasar es negro, sino todas las figuras, desde el Niño hasta la vaca.
Pero los portales no son una costumbre arraigada en la costa atlántica. Marba Bixon, miembro del Comité Cívico del Grupo Étnico Negro, explica que el lugar que en la tradición latina ocupa el portal, en la de ellos lo tiene el árbol, símbolo de Cristo como luz del mundo; por eso colocan una luz o una estrella en su punta.
En la Iglesia de San Marcos, de confesión anglicana, el día de la Epifanía, 6 de enero, queman ese árbol y la ceniza que obtienen la utilizan el miércoles de ceniza en la ceremonia religiosa.
Según el historiador Quince Duncan, gran cantidad de las costumbres navideñas las trajeron los negros que llegaron al atlántico provenientes de Jamaica, durante las migraciones de principios de 1.870, pues ya eran cristianos.
Primero lo primero
La fiesta empieza a las 10 p. m. con la ceremonia religiosa en la iglesia, sea cristiana, católica o anglicana, lo importante es no olvidar al homenajeado en la noche de su cumpleaños.
Hace unas cinco décadas, la fiesta empezaba a las 5 p. m., con el canto de "himnos navideños" (villancicos) al mejor estilo Gospel del coro juvenil de la Iglesia de San Marcos. Era un grupo de muchachas vestidas de blanco que repartían villancicos por algunas de las casas de los altos funcionarios de las bananeras. Cantaban a varias voces y llevaban el ritmo con el balanceo de sus cuerpos. Es una costumbre que murió con el tiempo.
Una de las tradiciones perdidas y más extrañadas es el Open House , costumbre que dejaron de practicar por razones de seguridad y que iniciaba al salir de la iglesia. Después de la celebración religiosa, que suele ser a las 10 p. m., las familias comenzaban un tour por las salas de sus vecinos, y cada parada se acompaña con distintos platos, no importaba si eran conocidos o no, todos eran bienvenidos esa noche.
Además, es la única fecha en que se le da vino a los niños, que tienen derecho un traguito por casa, "pero de casa en casa nos tomábamos como diez bien alegres", confiesa Duncan entre risas. Ahora se practica esta tradición solo entre invitados.
El desayuno del día siguiente, por lo general ya en la casa, lo componen un bacalao con sesos vegetales ( Acknee) , chocolate, té de una hierba llamada Sourrosí y los frijoles gungú.
Prudence Bellamy, profesora pensionada que trabajó varios años en la Casa de la Cultura de Limón, cuenta que durante mucho tiempo se acostumbró regalar langostas vivas como obsequio de Navidad, para garantizarse su presencia en la cena de Nochebuena.
Para los limonenses, la expresión "no siento que sea Navidad" no tiene lugar, pues son ellos mismos quienes hacen que estas fiestas se "sientan". Algunos días antes de Nochebuena se sustituye el "hola" y el "aló" por un sonriente "merry Christmas" o "feliz Navidad", dependiendo de los rasgos físicos del interlocutor.
Aunque los juegos artificiales son protagonistas en la Noche Vieja, también participan, con discreción, en la Nochebuena, luego del intercambio de tarjetas y muestras de afecto propio de la Navidad, "tiempo para pensar en los demás", sugiere Bellamy.
Si Limón se caracteriza por la alegría de su gente, con más razón es así en estas fechas de fiesta y gozo.
Las calles del centro se llenan aún más de personajes que transitan cargando bolsas entre los carros que hacen fila hacia el este, unas pocas ventanas se enmarcan con guirnaldas y los lugareños dejan el parque para buscar los ingredientes para celebrar una Navidad caribeña.
Esta fechas en Limón son, además de religiosas, muy culinarias y especiales para los aficionados a los sabores fuertes.
Algunos de los ingredientes típicos de la Navidad limonense son el jenjibre, la pimienta jamaiquina, el sorrel (Rosa de Jamaica), los mariscos y por supuesto las carnes: pavo, pollo, cerdo y pescado, plato muy importante en Cieneguita.
Del sorrel se hace un jugo característico de la Navidad caribeña, con un sabor fuerte que le da el hervir con el jenjibre durante media hora, sazonados con algo de pimienta jamaiquina para potenciar el sabor del elixir. Es de un color rojo tan denso y sabor tan fuerte que se le confunde con vino.
La mesa también debe tener espacio para la los bake (horneados) macarrones, la ensalada de papas y la de repollo y zanahoria, las langostas, la sopa de cangrejo, el pescado relleno y la sopa de frijoles gungu, platillo que provee de suerte la Nochebuena. Y todo debe alcanzar tanto para los invitados como para quienes se inviten.