Cada vez que Jesús Bonilla escucha una de sus obras, el corazón se acelera y los recuerdos vuelven a rodearlo.
Abuelo que esconde sus años bajo una dulce sonrisa, Bonilla confiesa que ha realizado los dos grandes sueños de su vida: dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional y las bandas nacionales, y ver cómo se difundía su música. Por ejemplo, recuerda que la BBC de Londres grabó Vals del recuerdo, una de sus composiciones.
Desde un pequeño rótulo puesto en la puerta de su casa en Alajuela, queda patente la vocación del maestro: "Jesús Bonilla, profesor de música". Pero esa primera impresión se queda corta.
Conocido por su Luna liberiana, Pampa y Escenas guanacastecas, entre otras piezas, Bonilla ha creado más de 400 composiciones.
"Son un montón. Muchas las han tocado las bandas de todo el país; otras, la Sinfónica, y hay muchas que nadie conoce", expresa el maestro mientras pasaba una mano por las partituras.
Padre de cuatro hijos, nueve veces abuelo, Bonilla nació en Santa Cruz (Guanacaste), y en sus correrías de niño y adolescente aprendió a querer los paisajes guanacastecos y a apreciar a su gente: unos y otra aparecen en buena parte de sus creaciones.
Pequeño flautista
Maestro formal y caballeroso, recuerda que su afición por la música empezó siendo un niño de seis años, con una flauta de bambú de siete hoyos. La tocaba a todas horas y con ella se hizo cada vez más diestro.
A los 8 años, Bonilla participaba en las sabatinas, actos culturales que se efectuaban los sábados, y en los cuales era acompañado por un guitarrista.
A los 10 años, Jesús fue llevado a San José, donde su padre, el diputado y abogado Cleto Bonilla Gutiérrez, le puso como tutor musical a Roberto Cantillano. Así, el niño estudiaba música mientras era alumno de primaria.
Una década después, ya Jesús dirigía la Banda de Liberia, a la cual entró de la única forma que se permitía en la época: apoyado por "padrinos".
Así empezó su carrera como director. Las bandas más importantes -excepto la de Limón, donde nunca ha sido invitado- han estado bajo su batuta.
Bonilla también obtuvo el título de profesor de música de escuela y colegio, y como tal ejerció en el Instituto de Guanacaste y el Instituto de Alajuela, entre otras instituciones.
Durante toda su vida, la inspiración sorprendía a Bonilla en cualquier momento. Así, una melodía irrumpía en su sueño, y él, ya despierto, la maduraba en su mente hasta que se levantaba y la escribía
No obstante, desde hace unos años ya no compone. Ahora prefiere retirarse en la soledad a recordar, a oír música de grandes compositores de todos los tiempos y, de vez en cuando, a ver televisión.
Sin embargo, Bonilla goza al hablar de sus grandes instantes. En 1956 se realizó una gran celebración del Centenario de la Batalla de Rivas con un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), en el Templo de la Música, en el Parque Morazán. Bonilla fue invitado para dirigir a esa agrupación.
"Había una barbaridad de gente. Al final, cuando todo mundo se fue, yo bajé del quiosco -aún vestido de frac- y dos viejitos me señalaban emocionados después del concierto. No pude aguantarme y corrí a abrazarlos. Fue muy lindo", agrega Bonilla.
Al recordar 1972, otro buen momento ilumina su rostro. Bonilla le llevó algunas de sus obras a Gerald Brown, director de la OSN en ese momento, y este lo invitó a dirigir la orquesta en un ensayo.
"Yo me emocioné mucho. Después, el maestro me preguntó si quería acompañarlo como director invitado, en una gira por todo el país. Yo acepté y le dije: 'Yo no había venido a pedirle tanto'", recuerda Bonilla.
Aunque su rostro y figura son poco conocidos, sus notas musicales han acompañado a varias generaciones y su nombre es importante en la historia de la música costarricense. Así, este abuelo que oculta sus años -"No soy tan viejo"- conquistó su anhelo de niño: ser un gran músico.
"La música es como el dinero: si no se gasta, no sirve para nada", agrega con la ilusión de seguir escuchándose muchos años más.
Luz musical
Según comentó Jesús Bonilla, Luna liberiana nació de una situación muy habitual en Guanacaste en la década de los años 30.
Bonilla lo recordó así: "Era un tiempo en que no había luz en Liberia. En la noche, lo que iluminaba el pueblo eran unas candelas, pero las apagaban temprano. Un día, un amigo y yo estábamos sentados frente al restaurante La copa de Oro, y una impresionante luna nos sorprendió. Allí llegó la inspiración. El resto es conocido".
Después de haber escuchado la obra Escenas guanacastecas, interpretada por la OSN a principios de año, espera que el director de la orquesta, Irwin Hoffman, elija tocar su Sinfonía coral.