LA SELVA LLAMA, su alma es inolvidable para quienes han vivido en ella. Es el caso del niño Mowgli, quien se muestra inquieto en la aldea donde vive, donde un río lo separa de la jungla, pero no para siempre.
Esa es la base del argumento de una nueva película de los estudios Disney que nos llega ahora como segunda parte (o secuela) de uno de sus títulos preferidos. Se trata de El libro de la selva 2, dibujos animados (¡claro!) bajo la dirección de Steve Trenbirth.
La escudería Disney gusta de hacer secuelas de sus películas más exitosas y comerciales. Uno puede recordar casos como los de Bernardo y Bianca (1973) con su Bernardo y Bianca en Cangurolandia (1990); o el de Fantasía (la primera en 1940, la segunda en el 2000); o el de Peter Pan (1952) con El regreso al país de Nunca Jamás (2002).
Con la aparición de los videos caseros, esa actitud comercial se intensificó y casi todos los filmes de Disney tuvieron una o más secuelas (el caso de Aladino es buen ejemplo, tal la cantidad de nuevas aventuras en video). Por lo visto, esta operación comercial es exitosa, y ahora le toca a El libro de la selva (de 1967).
Precisamente, mientras se filmaba El libro de la selva, murió Walt Disney (el 15 de diciembre de 1966), sin llegar a ver terminada la película que él comenzó. En ese momento, hubo polémica sobre si los resultados habrían sido los mismos con la presencia de Disney.
Lo cierto es que ahí está todavía la película animada, que se basa en los cuentos de Rudyard Kipling, donde se narra la historia de Mowgli, el niño criado por lobos ("cachorro humano") y su caminata a la aldea de los hombres, con la compañía de Bagheera, su fiel pantera amiga, con la amistad de Baloo, el oso despreocupado, y el trajín de Hathi y su patrulla de elefantes. Hay que recordar sus enfrentamientos con la serpiente Kaa y con el malvado tigre Shere Kan.
Precisamente, hoy vuelven todos esos personajes en El libro de la selva 2, que narra su trama a partir de donde la dejó su predecesora. Se inicia cuando Mowgli cuenta su historia en la aldea donde vive mediante un espectáculo de sombras chinas. Esta vez, sus amigos son todos humanos, donde destacan la pequeña Shanti, la amiga cariñosa de Mowgli, y el travieso Ranjan, pequeñuelo inquieto.
Es inevitable: todos estos personajes (animales y humanos) vuelven a encontrarse, porque así late la selva y así es el ritmo del pueblo. Cada uno vuelve a ser el mismo que ya conocemos y la aventura sucede en medio de canciones simples, pero melodiosas y agradables. La anécdota es poca, pero es innegable el placer que en Disney nos dan con un relato siempre agradable, aunque esta vez más superficial.
No está de más recordar que El libro de las tierras vírgenes, de Rudyard Kipling, ha dado lugar a dos películas más (con actores reales): una de 1942, de Zoltan Korda, y otra de 1994, de Stephen Sommers.