Esa persecución de casi 10 minutos con este astro de pocas palabras en el papel de un policía entró rápidamente en la historia del cine. McQueen, quien ya era uno de los artistas mejor pagos de Hollywood, se convirtió así en leyenda.
Mañana lunes 7 de noviembre se cumplirán 25 años desde que este corredor de carreras amateur y actor muriera de un infarto de miocardio poco después de una operación de cáncer en la mexicana Ciudad Juárez, donde el intérprete, gravemente enfermo, tenía la esperanza de curarse mediante procedimientos de medicina alternativa.
Su afición por las carreras de autos podría haber influido en su temprana muerte, a los 50 años, ya que McQueen sufría de un tipo raro de cáncer de pulmón, posiblemente provocado por las fibras de asbesto de sus trajes protectores de piloto.
Si aún viviera, es difícil saber si el actor -quien este año habría cumplido los 75 años- se hubiera alejado del mundo como Marlon Brando o estaría aún trabajando como lo hace Paul Newman.
Igual que el legendario James Dean, McQueen creció en el estado rural norteamericano de Indiana. Con él compartió la afición por los autos veloces y el dolor de crecer en un hogar disfuncional. Su padre abandonó a la familia. La madre, una bailarina nocturna, dejó al niño al cuidado de unos parientes.
Como actor aficionado, perfeccionó su arte -al igual que Brando, Dean y Newman - con el legendario maestro Lee Strasberg en el Actors Studio de Nueva York.
Pero fueron su parquedad y su imagen estoica y cool con lo que rápidamente conquistó Hollywood y a una creciente comunidad de fans . Detrás de su fachada estoica se escondía un actor complejo. "Actuar es como correr carreras", dijo en una entrevista. "Uno se mete profundamente en sí mismo y saca a la luz un montón de fragmentos. Esto puede ser muy doloroso".