Nos llega una película de terror que, desde su calidad, se pone por encima de la andanada de filmes de horror que, últimamente, llegan y llegan, pero no sirven para nada.
En inglés se titula Whisper (susurro), cinta del 2007, dirigida con eficacia por Stewart Hendler. Sin embargo, algún grupo de genios del mercadeo (donde no estamos nosotros, valga la aclaración) decidió que este filme se titule El hijo del diablo para América Latina.
Si se quiere, la trama es sencilla, pero está muy bien manejada de principio a fin, sobre todo en la estructuración de los acontecimientos, con los puntos de giro que se van manifestando durante el relato, hasta el último, imposible de ser contado aquí.
Max Truemont (encarnado por el actor/galán Josh Holloway) es un criminal que decide secuestrar al hijo de una de las mujeres más ricas de su país.
Su novia Roxanne (la muy bella actriz Sarah Wayne Callies) y un grupo de amigos le ayudan en el rapto y se refugian en un caserón abandonado, como casi todos los caserones de las cintas actuales de terror. Mientras tanto, intentan tratan de cobrar el rescate.
Pronto aparecerán las discusiones internas adentro del grupo de secuestradores, incluidos los problemas ante la evidente belleza y erogenidad de Roxanne.
Sin embargo, lo peor para ese grupo –núcleo dramático del terror– es que el niño secuestrado tiene poderes sobrenaturales, propios de un ángel, y de un ángel chamusqueado o chisporreteado por las fuerzas del Mal (¿infernales?).
Esa condición estaba sugerida visualmente para el espectador, desde antes que sucediera el plagio mencionado (el espectador siempre sabe más que los personajes). Lo reconocemos: desde el comienzo, el guion establece bien el perfil de cada personaje, importante para el desarrollo de la trama.
Si bien es película de terror, es cierto que no es tan terrorífica, aunque se sostiene con aceptable suspenso. No le faltan los sustos efectistas para que uno brinque en la butaca, pero lo mejor es el desarrollo de la complejidad humana habida en el tan mentado secuestro, con actuaciones aceptables.
En este tipo de cine la música es importante, y aquí cumple de manera acertada (es de Jeff Rona); aunque la fotografía sí nos queda debiendo en creatividad temática (es de Dean Cundey).
El hijo del diablo es la primera cinta dirigida por Steward Hendler, quien logra un producto intrigante, por esto entretenido, con cierta pátina artística, sin que este sea su propósito .
Todo eso es lo que le agradecemos al filme, más la coherencia interna de su guion (de Christopher Borrelli). Película recomendada.