"El gordito de la clase"
PREGUNTA: "Mi hijo padece de obesidad. El va para 2o. grado, pero dice que no quiere ir a la escuela este año porque los compañeros lo molestaban el año pasado. Todo el mundo en la escuela tenía que ver con él; era el gordito de la escuela y el gordito de la clase. Aunque no lo demostraba a los compañeros, yo sé que le dolían mucho las cosas que le decían y que lo apartaran en los recreos, porque llegaba a llorar a la casa. Pero viera la cara de felicidad cuando los compañeros lo tomaban en cuenta para pedirle algo de la merienda, o para pedirle los apuntes.
"RESPUESTA: En este caso, como en otros similares, la autoestima del niño está en alto riesgo. Ya en columnas anteriores he citado la apariencia física como uno de los enemigos de la autoestima, junto con los comentarios negativos que despierta en hermanos, amigos y compañeros de clase. Si se quiere, los grupos de clase, pueden ser los ambientes más estimulantes; pero también, hay ocasiones en que son los más crueles; como en el caso de hoy.
Creo que es importante que consulten a un médico especialista, para descartar los factores físicos que podrían estar causando la obesidad y tratarla apropiadamente. Incluso, los padres deben tomar en cuenta que el mismo hecho que los niños jóvenes o adultos abandonen los tratamientos de obesidad, en muchos casos se debe a su baja autoestima, porque rehúyen verse bien, porque han aprendido a llamar la atención siendo "gordos" y porque se sienten impulsados a conformarse con una imagen negativa de sí mismos.
Cuando lo que existe es un desorden conductual en los hábitos de alimentación, en la mayoría de los casos, se debe a una autoestima baja, como son los casos de anorexia. Los padres deben pasar del simple palmoteo en la espalda, cuando el niño se siente triste; no deben caer en la trampa de que con solo decirle cosas positivas en la casa, se mejora su autoestima; tampoco deben los padres caer en la trampa de sobreprotegerlo, porque "no puede" hacer las cosas.
Los padres deben estimular al niño en destrezas y talentos que tenga, para compensar la falta de aceptación por parte de sus compañeros. Muchos de ellos son buenos para la música, la pintura, el dibujo o la computación. Deben también mantener límites firmes para ayudar al niño a persistir en el desarrollo de esas actividades y no las vaya a dejar tiradas. También corresponde a los padres estar siempre disponibles para que el niño pueda comunicar las frustraciones que experimenta durante el día, en la escuela y darle apoyo inmediato; no el día siguiente o durante el fin de semana. Verán que cuando el niño se valore mejor a sí mismo, no permitirá que sus compañeros se aprovechen de él, pidiéndole la merienda; y él no se las dará tan fácilmente para "comprar" su amistad. Los maestros pueden darle un papel de líder en las actividades en que pueda destacarse, al mismo tiempo que ponen y aplican reglas con respecto al uso de apodos y de participación en los juegos.
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