César Antonio de los Ríos cuenta que, a los 35 años, Enrique Tierno Galván parecía de 50, de modo que diose en llamárselo Viejo Profesor en la Universidad de Salamanca. Este mote hizo fortuna con beneplácito de Tierno, quien ya irradiaba ese empaque de seriedad burlona que sonreía con erudición. (Sus libros de filosofía son arduos sin ser abstrusos.)
Tierno había nacido en 1918 en Madrid, cuyo alcalde mítico sería entre 1979 y enero de 1986. Años antes se había inventado un pasado de combativo luchador antifranquista. Es cierto que había conspirado con enemigos de Franco y que este lo expulsó de las universidades por haber apoyado las protestas estudiantiles de 1965; es verdad que había organizado un mínimo grupo socialista (que luego se integró en el Partido Socialista Obrero Español), pero no hubo prisiones en su vida ni sufrió pobreza. Así lo revela De los Ríos; mas este biógrafo olvida que los pueblos no solo necesitan verdades, sino también mitos; y el Viejo Profesor fue, es, uno de ellos. Elegido en la lista del PSOE, ejerció de alcalde señorial e irónico, protector de la Movida, la bohemia más azarosa de Madrid.
Cuando Tierno murió en el cargo, su entierro fue oceánico de calles. En vida publicó bandos jocoserios, redactados a la antigua usanza y reunidos en el libro póstumo Bandos del Alcalde . Eran llamados de atención a los vecinos, que se pegaban como papelones callejeros. Se le halló cáncer, pero rehusó tratamientos que prolongasen su vida. Vivió como un mito, se hizo querer y murió como un filósofo. (Víctor Hurtado Oviedo)