Alcuino de York
Nació
735
Murió
804
Profesión:
clérigo, filósofo y pedagogo
Nacionalidad:
inglesa
A Alcuino (Ealhwine en anglosajón) se le considera el renovador de la cultura latina tras los dos siglos de letargo en que la habían sumido las invasiones bárbaras. Su brillante actuación en la corte de Carlomagno -donde se le conoció con el nombre de Flaco Albino- se encaminó no solo a elevar el espíritu de los altos dignatarios, sino también a poner en práctica un vasto plan de restauración de los estudios. Además, fue importante personalidad de la Iglesia en el Concilio de Francfort de 794, donde sostuvo tesis contra los adopcionistas y los adoradores de las imágenes. De él se conservan varios trabajos de carácter científico e histórico, que comprenden tratados de gramática, ortografía, retórica y dialéctica. También escribió poesías y una voluminosa correspondencia compuesta por cerca de 200 Cartas, treinta de ellas dirigidas a Carlomagno, en las que, de acuerdo con la función didáctica que ejercía, aconseja al emperador sobre los aspectos morales de la guerra y la política, expone proyectos misioneros, alude a problemas eclesiásticos, y da lecciones de astronomía.
Generalmente se considera que nació en algún lugar del Northumberland, Inglaterra. Pasó la adolescencia en el monasterio de York, donde realizó sus primeros estudios; a esta época se remonta su primer viaje a Roma, acompañando al maestro Etelberto, en busca de libros clásicos y religiosos. En 778 fue nombrado director de la escuela arzobispal y de la biblioteca de York.
Inició su vida pública en 781, después de haberse entrevistado en Parma con Carlomagno, y haberle sugerido un vasto plan de restauración cultural del Occidente cristiano sobre bases clásico-religiosas, "tales que renovarían el esplendor de Atenas y del imperio de Augusto". Altamente impresionado, el rey galo le pidió entonces que se trasladase a su corte; allí Alcuino acometió una serie de reformas monásticas y pedagógicas que le convirtieron en el adalid del movimiento cultural conocido con el nombre de Renacimiento Carolingio.
En la escuela palatina de Aquisgrán tuvo por discípulos al propio Carlomagno y a su familia, a los consejeros imperiales, los arzobispos de Maguncia y Treveris y las monjas de la diócesis. Su plan de instrucción comprendía los grados del trivio y cuadrivio, según la línea tradicional de Marciano Capella, Isidoro de Sevilla y Prisciano, aunque hasta en estos encontraba métodos y símbolos que compaginaban su sistema con el de los pedagogos humanistas. El diálogo alegórico fue uno de sus métodos favoritos.
Hacia el fin de su vida se retiró al monasterio de San Martín de Tous que le había otorgado Carlomagno, donde fundó un scriptorium que inició la reforma de la escritura de los códices, pasando de la merovingia a la semiuncial y dando origen a la clara minúscula carolingia. Allí falleció.