En la literatura castellana encontramos al menos tres asnos famosos:
1. Rucio, propiedad de Sancho Panza, escudero fiel de don Quijote, en la obra cumbre de Miguel de Cervantes Saavedra.
2. El burro Platero , de la narración lírica de Juan Ramón Jiménez, Platero y yo , que recrea la vida y muerte de este animal, dedicado «a la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y claveles». Es muy célebre el primer párrafo de la obra: Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
3. El Burro Flautista, de Tomás de Iriarte, célebre fábula de versos hexasílabos:
Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«iOh!», dijo el borrico,
«¡qué bien sé tocar!
¡y dirán que es mala
la música asnal!»
Sin regla del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.