EL QUE DICE que haY que evitar el postre, no ha probado la repostería francesa. Aquello de aumentar de peso deja de ser un asunto de importancia cuando uno está -como niño frente a una vitrina repleta de juguetes y en Navidad- deslumbrado con el conglomerado de cositas dulces, adornadas con cerezas, unas; cubiertas con capas de chocolate, otras; aderezadas con amaretto, estas; y rebosantes de crema, aquellas. Estamos en la repostería La Parisienne, donde el horno siempre está para bollos y la repostería francesa fina es la especialidad.
Cuando, por fin, tomamos la difícil decisión, cogemos aquel postre en nuestras manos como si fuera una joya y tratamos de que el momento se vuelva eterno. Cucharada tras cucharada, nuestra personalidad hace simbiosis con el carácter dulce de nuestro postre. Una taza de café es lo único que necesitamos en ese momento.
El último bocado nos devuelve a la realidad, y es entonces cuando nos percatamos de que el surtido se extiende también a los bocadillos salados: pan baguette, quitch de espárragos y de hongos, fevillette de queso, y los croissants, entre otros.
Ubicada cerca del triángulo de Rohrmoser, La Parisienne no pretende, por el momento, ser el destino de los que gustan de salir a tomar café, pero sí consigue enamorar a todos los que deliran por el postre y los bocadillos y se los quieren llevar con ellos.
El sitio es pequeño: apenas tiene unas cuatro mesas. "El fuerte de nosotros no es el café, sino la repostería para llevar; claro que, si la gente quiere tomarse un cafecito, se lo servimos", comenta Guiselle Salas, la propietaria.
O sea que las mesitas son para los impacientes -como nosotros- que no se aguantan el llegar a casa para degustar de las delicias que lucen coquetas en una vitrina que las mantiene iluminadas.
La variedad es grande y fresca. Según Salas, hay unos veinte productos dulces, como óperas, tartaletas de todo tipo de frutas, suspiros, tiramisú, entre muchas otras, y en salado, unas diez tentaciones. Todo es cocinado aquí horas antes.
La Parisienne no siempre fue propiedad de Salas pues tuvo unos dueños de ascendencia francesa, pero que la vendieron. "Nosotros no somos franceses, aunque nos involucramos con la cultura francesa por diferentes circunstancias; por esto decidimos comprarla hace ocho meses", cuenta Guiselle.
La repostería cambió de dueño, pero los actuales se preocuparon por mantener el calor de la cocina, la calidad de los ingredientes y las recetas. Elena Elías, la cocinera que se entrenó con el dueño anterior, sigue siendo la que hace las mezclas y mete todo en el horno.
Para esta Navidad, Guiselle y sus muchachas están empeñadas en hacer delirar a más de uno, y para esto han preparado el tronco de Navidad y la galette Duroi. El primero es un arrollado de crema de mantequilla en diferentes sabores decorado como un tronco, y la galette es una especie de torta redonda en pasta de hojaldre rellena de crema de almendras. "Los franceses lo usan el día de reyes, le meten un muñeco, lo parten en pedazos, y la persona que tiene el muñeco es el rey... Bueno, basta con probar uno de todos estos platillos para sentirse así.