Historias que hablan de desamores, de padres que dejan a sus hijos abandonados y del peligro de dejarse dominar por cualquier vicio, son los temas que aborda la música de los Diablos Locos.
Con una base rítmica cimentada en el peculiar sonido del acordeón, esta banda mexicana de música tropical ha logrado ocupar un lugar importante dentro del mosaico de grupos que ejecutan el género denominado texmex.

En Costa Rica se los conoce por temas como Lamento de amor, Canto negro, ¿Cómo les quedó? y Cumbia pa'gozar.
Vinieron la semana pasada al país para promocionar el sencillo Amigo locutor, del disco Con todo, su cuarta producción en igual número de años de vida musical.
Pa'l pueblo
"La música grupera está muy allegada a la gente del pueblo", opina Marcelino Gómez Toledo, guitarrista y una de las voces principales del grupo.
En su opinión, la música es universal y se siente. Por esa razón han logrado que sus temas suenen a lo largo y ancho de la república mexicana.
"En México es grande la competencia, pero, gracias al estilo que estamos imprimiendo, se está escuchando nuestra música", explica Oscar Gómez Toledo, bajista y otra de las voces de la banda.
La música del centro de México es muy diferente de la del norte y de la de sur; sin embargo, ellos han logrado, con su versatilidad, que las radios de las diferentes regiones programen sus temas.
En su repertorio se incluyen cumbias lentas y otras más rapiditas, lo mismo que un poco del ritmo grupero y hasta la cumbia vallenata; no obstante, se sienten más metidos en el género tropical.
Este estilo está marcado principalmente por el acordeón, que toca José Porfirio; pero, además, "el grupo se identifica por el tipo de arreglos: este es el sello de los Diablos Locos", afirma Marcelino.
"El 40 por ciento de nuestra música es para bailar; el resto es para escuchar", agrega.
Diablos Locos visitó Costa Rica por primera vez a finales de junio de 1996. Repitieron en diciembre para participar en un concierto benéfico organizado por Radio Puntarenas y el Club de Leones.
"Desde la primera vez que vinimos, la música fue aceptada", afirmó Ismael Pérez, encargado de las tumbas y cantante.
"Pensamos que iba a ser un poco más difícil porque aquí se tiende más hacia el merengue y la salsa, pero no fue así: la gente cantaba con nosotros", agregó.
Otra de las características que marcan el estilo del grupo es que "no hay estrellas, sino todos ayudando a todos", según Oscar.
Hijos de tigre
Los integrantes de Diablos Locos han estado siempre influidos por la música, principalmente por herencia de sus padres.
Todo empezó cuando José Porfirio, Ismael y Oscar se juntaban con sus viejas guitarras, hace algunos años en su natal Zacualpan, Estado de México.
"Nació como un pasatiempo", afirma Oscar, pero ahora es trabajo, pasatiempo y todo lo demás.
En el caso de Oscar, Marcelino y María Eugenia (voz y güiro), tratan de no verse como hermanos, sino como compañeros de trabajo.
Los Diablos Locos se presentan esta noche en el salón comunal de Pital de San Carlos.