1834 - 1908. Emperatriz de China. Llamada "el Buda Viejo" , es una mujer que personifica la decadencia de una etapa histórica de China caracterizada por la corrupción, el vicio y la incapacidad de gobernantes y corte. Durante su reinado, que entre regencias y poder efectivo se extendió por muchas décadas, favoreció la hostilidad contra los extranjeros.
Del linaje menchú de los Yehonara, nació en Cantón y fue vendida a un mandarín. Tenía 12 años cuando la emperatriz viuda convocó a 60 muchachas para elegir entre ellas el harén de su hijo. Tzu-Hsi fue escogida, y pasó a vivir en la Ciudad Prohibida (un universo separado del resto del país por murallas infranqueables, donde se movían y conspiraban en palacios innumerables dignatarios y servidores, y más de dos mil eunucos), donde se formó como mujer de gran belleza , sagaz inteligencia y total falta de escrúpulos.
Tras ganarse el favor de los eunucos accedió al lecho del emperador Hien-Fung , un ser sumergido en los vicios y embrutecido por el opio. A partir de entonces, de "Persona Honorable" se elevó al rango de emperatriz de 400 millones de chinos, y dio a luz, en 1856, un hijo que fue reconocido como presunto heredero.
Rectora de la política , mientras en el interior del país crecían las rebeliones presenció en 1860 la invasión de Pekín por tropas anglofrancesas y la quema del Palacio de Estío. Un año después murió el emperador y ella pasó a ser regente durante la minoría de su hijo. Este accedió al poder, pero desgastado por los desórdenes, murió a la edad de 19 años , dejando a su esposa embarazada. Tzu Hsi ignoró tal situación y eligió como heredero a su sobrino de tres años, el futuro Kuang-Siu. En cuanto a la joven emperatriz, su muerte, extrañamente oportuna, dejó nuevamente a Tzu Hsi dueña del Imperio. La gente honrada se indignó ante tanta ignominia, pero "el Viejo Buda" conservó el poder. A los 65 años, a disgusto, cedió el cetro a Kuang-Siu, ya adulto.
La victoria de Japón en 1894 humilló profundamente a China. Para complacer al pueblo, el emperador inició una serie de reformas liberales en la enseñanza, la hacienda y el ejército. Disconforme, Tzu-Hsi logró encarcelarlo y retomó el poder. En 1900 capitaneó el grupo manchú que apoyó la rebelión bóxer y, fracasada ésta, tuvo que huir. Pero retornó a Pekín y en 1908, para asegurarse una larga regencia, designó un heredero en la cuna: el futuro Pu-Yi (el personaje protagónico de la película El último Emperador ). Pero era ya una anciana de más de 73 años y pocos días después murió . Suzanne Blatin cuenta: "En torno al lecho amarillo, sus fieles prestan atención a las últimas palabras de la moribunda: No dejéis nunca que una mujer alcance el poder supremo".