Humanista y escritor italiano, cuyo verdadero nombre era Angelo Ambrogini. Es quizá el más valioso de los poetas líricos del Renacimiento en su patria. Fue uno de los primeros en ocuparse de la clasificación de manuscritos. Trató una gran cantidad de cuestiones filológicas, históricas, gramaticales y estilísticas en sus Epístolas latinas. Tradujo varios libros de la Iliada y compuso muchas poesías en latín, de las que se recuerdan especialmente las Silvas . La más importante de sus obras escritas en italiano es Estancia , en la que funde su experiencia clásica con la tradición vernácula popular, y realiza descripciones de la primavera y escenas mitológicas que revelan un mundo perfecto e incontaminado de pasiones humanas, "apenas velado por la melancólica conciencia de su fugacidad".
Además de sus versos en latín, ocupa un lugar preeminente en el mundo artístico como autor de la obra lírica La fábula de Orfeo , composición dramática estructurada al modo de las religiosas, pero festivamente pagana y con canciones intercaladas, por lo que se le considera precedente de la ópera; es la obra teatral profana más antigua de Italia. Escribió también Estrofas para el torneo , texto lírico sobre un torneo amoroso, de carácter sensual al modo de los clásicos.
A. Jeanroy ha opinado: "Lo que constituye la superioridad de Poliziano... es la absoluta maestría de la forma artística"; y A. Gaspary dice: "Poliziano aprendió de los antiguos, por encima de todo, el arte de no dejar en su obra nada sin limar, sin pulir; todo queda señalado por la más exquisita perfección".
Nació en Montepulciano. Huérfano de padre a los diez años y con la familia en condiciones menesterosas, marchó a Florencia donde ya en 1469 asistía como oyente al estudio florentino; uno de sus maestros fue Marslio Ficino. Pronto demostró una extraordinaria disposición para componer versos latinos y griegos, con excepcional dominio de las dos lenguas y singular habilidad de estilo.
Lorenzo de Médicis el Magnífico lo llevó a su corte y le confió la instrucción de su hijo Piero; a tal trabajo docente se dedicó con entusiasmo y asiduidad. En 1477 fue ordenado sacerdote y se le asignó el priorato de San Pablo. En 1480 fue nombrado profesor en el Estudio Florentino, labor que le valió merecida celebridad en Italia y el resto de Europa, como experto lector y comentador de autores griegos y latinos. Su biógrafo comenta: "Apenas tenía 27 años y dominaba ya con espíritu crítico independiente, el mundo de la cultura grecolatina". Se le iba a nombrar cardenal cuando murió, al saber que soldados franceses habían saqueado su casa y destruido su biblioteca.