1904 - 1988, músico . Nació en Rivas, Nicaragua. Cuando tenía cuatro años, por motivos políticos su familia emigró y se estableció en Liberia. En esa ciudad asistió a la Escuela Ascensión Esquivel. La segunda enseñanza la cursó en el Liceo de Costa Rica. Gran aficionado a la guitarra, instrumento que desde joven tocaba con maestría, se desempeñó como maestro de música en escuelas liberianas, donde antes de iniciar lecciones y como parte de la labor docente, ofrecía emotivos conciertos acompañado al violín por Manuel Roig y a la mandolina por Antonio Alvarado Ríos. Su vocación artística lo llevó a relacionarse con los círculos culturales de la ciudad. En una ocasión cuando Aristides Baltodano le mostró un bellísimo poema, él se propuso musicalizarlo; así nació una canción que está profundamente adentrada en el sentimiento lírico costarricense, He guardado. Esta emotiva pieza, conocida por Julio Fonseca durante el viaje que realizó a Guanacaste para recopilar material musicalfolklórico, fue dada a conocer a la ciudadanía en una velada para conmemorar la Independencia, celebrada en el Teatro Nacional el 15 de setiembre de 1934.
Siguiendo los pasos de su progenitor, don Manuel se dedicó a la práctica del Derecho y se convirtió en brillante litigante; fue la última persona quien obtuvo el título de Procurador Judicial, ya que la autorización de dicha práctica fue derogada en 1937, al entrar en vigencia la Ley Orgánica del Poder Judicial. Rodríguez Caracas había presentado con anterioridad su solicitud al Colegio de Abogados y, tras rendir los exámenes correspondientes y tomando en cuenta su limpia trayectoria profesional, en 1938 se le otorgó el título.
Diputado en 1949 de la Asamblea Legislativa, se distinguió por su actividad, conocimiento jurídico y don de gentes. Aprovechó la estancia en San José para ingresar a la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, donde, con excelentes calificaciones, se graduó en 1961. Como litigante alcanzó notoriedad por su correcto sentido jurídico y sus vastos conocimientos.
Llegó a tener una extraordinaria experiencia en cuanto a la presentación de Recursos de Casación. Su biógrafo dice: "Era respetuoso con los litigantes contrarios y con los Jueces. Se graduó cuando casi tenía 60 años, luego de larga práctica profesional. Su señorío y modestia hacían que todos le tuvieran profunda estimación. Fue un hombre bueno y un excelente jurista. En las postrimerías de su vida, el Colegio de Abogados le otorgó el Premio Fernando Baudrit Solera en reconocimiento a su honestidad, a su vida ejemplar y a su versación jurídica." Fue el primer guanacasteco merecedor de tal galardón. Falleció en San José.