Para la debida estructuración del Estado costarricense en la segunda mitad del siglo XIX fueron determinantes el pensamiento y la acción de don Julián Volio.
Don Abelardo Bonilla dice de él que "poseía una cultura clásica y era escritor, pero sobre todo era un varón de alto entendimiento, de intachable conducta, liberal, sincero y valiente en la expresión de sus opiniones. Hijo directo de la Ilustración, creía en el pueblo y en la libertad..." Don Luis Felipe González Flores considera que en todas las conquistas científicas y liberales de nuestro país, el señor Volio prestó valiosísima ayuda, interviniendo con lucidez en los más importantes debates jurídicos, especialmente cuando se trató de la institución del jurado, del divorcio, del matrimonio civil, la igualdad jurídica de la mujer y la autonomía de esta para el manejo de sus propios bienes"; y concluye: "Ningún hombre de Estado en Costa Rica ha defendido con más calor los derechos civiles de la mujer".
Nació en Cartago. Estudió en la Universidad de San Carlos de Guatemala y se graduó de abogado en 1848. Regresó a Costa Rica, ejerció la profesión en San José y fue catedrático en la Universidad de Santo Tomás. De clara inteligencia y gran prestigio, en las administración de don Jesús Jiménez y el doctor Castro Madriz tuvo a su cargo las Secretarías de Relaciones Exteriores, Instrucción Pública, Justicia y Negocios Eclesiásticos; como ministro de Hacienda y Comercio; trató de organizar la Contabilidad Nacional porque "no hay administración posible donde las cuentas no se llevan de manera clara e inteligible, y no se presentan fácilmente a la verificación". Fue también ministro de Gobernación, Diputado, Presidente de la Cámara, y Designado a la Presidencia.
Tres hechos principales sobresalen en su actuación pública: la defensa del derecho de asilo, cuando se negó a entregar al general Gerardo Barrios a pesar de las amenazas de guerra de que fue objeto Costa Rica por parte de otros países centroamericanos; su renuncia en 1868 a la candidatura presidencial (que apoyaba el gobierno) en aras del derecho popular y la paz; y el impulso que dio al desarrollo escolar, pues juzgaba que es imposible llegar a una evolución política desde el poder, sin pasar por una evolución educativa. "Fue el primero que concibió y proyectó la enseñanza primaria uniforme, obligatoria y a cargo del Estado, y el primero que abogó por una enseñanza de tipo práctico." Por sus actuaciones políticas sufrió penas de destierro y confinamiento. Confinado en San Ramón de Alajuela, trabajó la finca de su propiedad y fundó un centro literario y una biblioteca. Allí falleció. Fue declarado Benemérito de la Patria en 1961.