1396 - 1458. Conde de Barcelona, y rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña y Nápoles. Fue un humanista que impulsó el desarrollo cultural y dejó grata memoria entre los sabios de que se rodeó en la corte. Suya es la frase "Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer".
Nació en Medina del Campo, hijo primogénito de Fernando I de Antequera y de Leonor de Alburquerque; el ascenso al trono de su padre, en 1412, significó la reconciliación entre los miembros de la Confederación catalanoaragonesa. En 1416, cuando solo tenía 20 años, el prematuro fallecimiento del monarca le hizo ceñirse la corona. A pesar de la prudencia que puso en práctica, solo tres años más tarde tuvo que enfrentar las primeras discrepancias con las cortes catalanas, que no solo exigían la destitución de los consejeros castellanos, sino que también se oponían a la expansión de Cataluña por el Mediterráneo.
A pesar de ello, Alfonso logró consolidar el dominio catalán sobre Cerdeña en 1420. Allí recibió una embajada de la reina Juana de Nápoles, quien le ofreció adoptarlo como hijo y heredero, y él, deseoso de continuar la expansión aragonesa en el Mediterráneo, aceptó el ofrecimiento. Mas, ante la volubilidad de la soberana que se arrepintió de su propósito, tuvo que regresar a Aragón en 1423. Juana volvió a nombrarlo heredero, pero nuevamente lo desheredó. Alfonso, irritado, se apoderó de Nápoles y durante nueve años permaneció en sus reinos peninsulares. Tuvo que enzarzarse en una estéril guerra con el monarca castellano Juan II, ante quien defendió los intereses políticos y económicos en Castilla de sus hermanos, los infantes de Aragón.
En 1432 Alfonso partió hacia Italia para instalarse en Sicilia. Tres años después intentó asediar Gaeta, pero en la batalla de Ponza cayó prisionero de los genoveses. Trasladado a Milán, supo granjearse la amistad de Felipe María Visconti, duque de Milán y señor de Génova, quien se convirtió en su amigo leal. Esta amistad le facilitó en 1443, después de años de lucha con Venecia, Florencia, el Papado y los angevinos, la conquista total de Nápoles.
A partir de este momento estableció allí su corte, convirtió la ciudad en un gran centro humanístico y se dedicó por completo a la política italiana. Confió el gobierno de sus reinos hispánicos a la reina María y al hermano de ésta, Juan de Navarra. Con todo, desde la distancia favoreció las aspiraciones de los campesinos catalanes en 1448, aunque no dudó en sofocar violentamente la revuelta del campesinado mallorquín. Falleció en el castillo del Ovo, en Nápoles.