Asunción. Los presidentes que participaron hoy en Asunción en la XXVIII Cumbre del Mercosur confían en que el gas natural sea para Suramérica el equivalente a lo que fue el carbón y el acero en el proceso de integración de Europa.
La crisis energética por escasez de gas que el año pasado vivió Argentina y afectó a sus vecinos Chile, Uruguay y Brasil alumbró la idea de impulsar la integración energética y el proyecto se aceleró por la convulsión política y social en Bolivia, el mayor productor de gas de la región.
Argentina, Chile, Brasil y Uruguay llegaron a la cita de Asunción con la iniciativa de crear un "anillo energético" que, a través de una red de gasoductos, les abastezca del gas extraído del yacimiento peruano de Camisea.
El proyecto fue ganando terreno a lo largo de la cumbre y terminó incluido en la declaración final rubricada por los gobernantes del bloque, que frente al escaso avance en los temas comerciales encontraron en el "anillo energético" un punto de apoyo para avanzar en el lento proceso integrador.
La "Declaración de Asunción" señala que la propuesta permitirá "lograr la autonomía energética regional y contribuir al crecimiento económico sustentable".
"Esta integración energética es el símil de aquella Comunidad del Carbón y del Acero de la Europa naciente", consideró hoy el titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur, el ex presidente argentino Eduardo Duhalde, en alusión a la organización que hace medio siglo fue el germen de la Unión Europea.
La idea inicial prevé la construcción de un gasoducto que iría desde Pisco (norte de Perú) hasta Tocopilla (norte de Chile), en un recorrido de unos 1.200 kilómetros de largo y con una capacidad de transporte de unos 30 millones de metros cúbicos diarios.
Parte del gas se transportará a Argentina, Brasil y Uruguay a través de la red de gasoductos ya existente.
La construcción del "anillo", que demandará una inversión de 2.500 millones de dólares, permitirá reducir la vulnerabilidad de estos países que, en gran medida, dependen del gas de Bolivia, donde la explotación de los hidrocarburos por parte de empresas extranjeras ha originado protestas de los movimientos populares.
Pese a que el canciller peruano, Manuel Rodríguez Cuadros, ya había dicho que era "condición necesaria" que Bolivia y Paraguay se incorporaran al proyecto, su colega boliviano, Armando Loayza, advirtió hoy que "sería erróneo e impropio desde el punto de vista político y diplomático" marginar a algún país de la iniciativa.
Por su parte, el viceministro de Minas y Energía de Paraguay, Héctor Ruiz, dijo hoy que su país analizará cómo sumarse al proyecto, ya que actualmente compra gas a Bolivia a un precio menor al que ofrece Perú.
Durante la cumbre de Asunción, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ofrecieron financiación para el proyecto que, según destacó hoy el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, "permitirá, además, captar la inversión privada y generar empleo".
Fiel a su estilo, el presidente venezolano, Hugo Chávez, quiso prenderse en la iniciativa que, ampliada, según definió, se convertiría en un "cono energético".
Chávez fue a más y propuso la creación de la empresa "Gas del Sur", a imitación de Petrosur, la sociedad creada el año pasado con los aportes de las petroleras estatales Petrobras, de Brasil, Energía Argentina (Enarsa) y Petróleos de Venezuela (PDVSA).
El gobernante aseguró que Venezuela tiene el 2,4 por ciento de las reservas mundiales de gas y el 54 por ciento de las de Sudamérica, condición que le permitiría abastecer al subcontinente "por cien años".
Chávez señaló, además, que es factible para empresas como PDVSA, con los actuales precios del petróleo, conseguir los recursos necesarios para construir un gasoducto de 6.000 kilómetros de extensión entre Venezuela y Buenos Aires, pasando por Brasilia.
Para extender aún más las fronteras de la iniciativa, el presidente colombiano, Alvaro Uribe, recordó que su país está involucrado en un proyecto de conexión energética en la región caribeña, al que definió como un "esfuerzo complementario" al que se plantea en el Cono Sur.
