
Yo, mi mujer, mi amante y el amante de mi mujer
Versión hecha por Wílliam Esquivel, de la obra Pijamas, de Marc Camoleti.
Elenco: Eileen Brenes, Rafa Flores, Luis Daell, Natalia Pereira, Nicky Álvarez, José Juan Ramírez.
Escenografía y dirección: Wílliam Esquivel.
Teatro Arlequín.
Función del domingo 20 de junio.
El vodevil es un teatro menor para algunos. Otros se lo toman más en serio para gozarlo mejor. Cuando se pone en escena un vodevil, es muy fácil chabacanear el texto y la puesta en escena, cuestión de darle rienda suelta al mal gusto, a la obviedad y al humor de cantina.
Quienes gustan del vodevil y lo respetan, entienden la dificultad que exige el equilibrio en una puesta en escena. Solo de una desbordante mesura, de una prudente algarabía y de un humor muy loco, pero bien plantado, puede surgir una comedia que, en las tablas, tenga autoestima.
A no dudarlo, el director Wílliam Esquivel ha querido darnos, con irreverente respeto, una nueva puesta en escena de un vodevil que, hace un tiempo, vimos en el teatro La Comedia con el título de Seis en pijamas.
Su título original es Pijamas (con jota), del suizo-francés Marc Camoleti (quien murió hace un año a los 79 de edad). También otro vodevil suyo fue escenificado en el país en el 2000, con el título de Dos arriba y una abajo , con la sorpresiva actuación de la modelo Glenda Peraza.
El largo título que ahora Wílliam Esquivel le pone a su trabajo, tiene un evidente resorte comercial que, justo es decirlo, de ninguna manera abochorna su trabajo. La obra tiene una aceptable reubicación geográfica y algunas expresiones muy nuestras, más atinadas que “aticadas”.
Asistimos a los juegos de un buen vodevil con sus confusiones de identidad, con malos entendidos en danza frenética, con diversión buscada adrede y con el tema de la fidelidad cuestionado como acto machista (los hombres sí pueden hacerlo, ¿por qué las mujeres no?).
Todo ocurre en una noche loca de pocas copas y muchos engaños, con sus lógicos desengaños. El enredo se arma a partir de una Brigitte, que más bien son dos, de un marido cínico que invita a su amante a su propia casa, e invita a un amigo para que pase como amante de la amante, sin saber que el amigo es el amante de su esposa. Es solo el principio.
Lo que continúa es una seguidilla graciosa que encuentra en los actores masculinos la mejor expresión del buen jolgorio: Luis Daell y Rafa Flores destacan por el sentido oportuno del gesto caricaturesco, juntos hacen explotar al público en risas. Lo hacen con buen cálculo de los tiempos y con ritmo (no podemos ignorar, en esto, la dirección de Esquivel).
Rafa Flores explota su inagotable ardor cómico. Es el alma del trabajo. Igual intensidad le pone José Juan Ramírez en su aparición final, que viene a dilucidar tanto enredo amoroso, y a poner más humor.
Las mujeres no tienen el mismo salero de los actores. Sí debemos señalar el lozano trabajo de Natalia Pereira, quien reafirma su grata presencia escénica de porcelana. Eileen Brenes resulta humorosa, pese a que repite los mismos guiños sin necesidad. El trabajo de Nicky Álvarez se muestra apenas funcional.
En todo caso, en El Arlequín hay una cita alegre, como misterio gozoso de un rosario de ingeniosos pecados. Vodevil bien cumplido, con críticas solapadas. ¡Alegre!