Azul superficial: Cuando un bikini vale
Seguramente algunos de ustedes recuerdan al galán Paul Walker lidiando en carreteras, a todo gas, rápido y furioso. Pues bien, este actor se mete de nuevo con la febrilidad de la acción en otra película, ahora en el mar, en la superficie y en el fondo de las aguas.
Esta vez se acompaña de una actriz igualmente galana como lo es Jessica Alba, la del personaje femenino metido en cuatro héroes fantásticos que ustedes recuerdan hace poco en pantalla grande.
La película que ahora comentamos, con acción efervescente y poco suspenso, se titula Azul extremo (2005), cuya calidad se mantiene en la superficie de las aguas, sin picar en ideas. Solo ahondan los buscadores de tesoros de la trama, personajes que parecieran tener branquias, tal su capacidad para estar en el fondo del mar muchísimo tiempo. No en vano la cinta es dirigida por un surfista y buceador, quien también ha sido actor y guionista: John Stockwell.
La historia del filme narra las peripecias de cuatro buceadores (dos mujeres y dos hombres, cada pareja en arrumacos).
Ellos buscan tesoros en el mar abierto y los encuentran por doble tanda. Uno es un barco histórico donde hay oro y, a la vuelta de la esquina donde conversan los tiburones, se topan con un avión cargadito de drogas, de cocaína suficiente para alocar a los peces del lugar.
Por supuesto que tanto mar obliga a ropas pequeñas de los personajes, sobre todo de las mujeres, y la fotografía se pavonea por los cuerpos humanos, pieles con movimientos sugerentes propios del buceo y de otros quehaceres humanos más íntimos, como si bucear y hacer el amor fueran lo mismo. Si no, ¿para qué ese galán con esa galana en la película? Aún así, la fotografía está desaprovechada, sin ninguna exquisitez ni grandeza visual.
Este largometraje se convierte en tontoneco melodrama con acción, pasado por la sal del mar y la de los espectadores que prefieran ver este filme antes que otro mejor. Por esa ruta, el argumento lo que hace es forzarse a sí mismo, con la ayuda ocasional del bikini de Jessica Alba. Al guionista Matt Johnson solo se le ocurrió imitar escenas de su guion para la película Torque (2004), con buceadores en lugar de motociclistas.
En todo caso, como dijo el crítico estadounidense Roger Ebert: "No es un filme esencial, pero tampoco insultará su inteligencia". Se trata de una aventura que mejora al final, cuando aparecen las mafias de la droga tras el avión cocaínomano estrellado en el fondo del mar. La acción sustituye a los diálogos simplones; recuerden que hablan más los bikinis que imágenes y palabras, y más que la música, del todo intrascendente. Esta película en televisión tal vez más pasable.
Lo interesante sería poder saber qué recordarán los espectadores según su orientación sexual: si las ondulaciones sugestivas de los cuerpos masculinos, si las de los cuerpos femeninos apenas tapaditos, o más bien las ondulantes curvas de los tiburones.