Senderos de sangre (The dancer upstairs) EE.UU., 2002, 133 minutos . Dirección: John Malkovich. Guion: Nicholas Shakespeare (basado en su novela The Dancer upstairs. Producción: Andrés Vicente Gómez y John Malkovich. Música: Alberto Iglesias. Fotografía: José Luis Alcaine. Edición: Mario Battistel. Intérpretes: Javier Bardem, Juan Diego Botto, Laura Morante, Elvira Mínguez.
La convulsa realidad peruana de la segunda mitad del siglo XX, ha sido narrada con gran acierto y profundidad por prestigiosos novelistas peruanos como Mario Vargas Llosa o Alfredo Bryce Echenique. Igualmente, un cineasta como Francisco Lombardi, ha recreado algunos de los más agudos conflictos del Perú en sus más importantes filmes.
A pesar de ello, en su debut como director, el excelente actor John Malkovich prefirió ignorar esos imprescindibles referentes, y recurrió a una novela de Nicolás Shakespeare, que a pesar de su ilustre apellido, no tiene más relación con el Perú que haber sido el hijo de un embajador británico de ese país.
Así, Senderos de sangre (The dancer upstaris es su sugerente título en inglés) nos cuenta la vida de Agustín Rejas, un abogado que no ejerce por cuestiones éticas y que se dedica a la investigación policial.
Esta labor lo lleva tras los pasos de "Ezequiel", seudónimo de un extraño y casi fantasmal líder guerrillero, que bajo el manto de un explosivo cóctel de creencias ancestrales, religiosas y filosóficas (desde antiguos preceptos incas, pasando por la Biblia, hasta Marx, Lenin y Mao) pretendía llevar a cabo una "revolución" radical, plagada sin embargo de terror, intimidación y venganza sin límites.
Todos estos datos nos conducen -por supuesto- al famoso grupo Sendero Luminoso, y a su líder Abimael Guzmán, que asolaron el Perú en la década de los ochenta (con mas de 20.000 muertes, sobre todo civiles) hasta que fueron prácticamente desarticulados, con la captura de su líder, en 1992.
Sin embargo, aunque Malkovich recrea algunas de las formas más temerarias en que este grupo guerrillero operaba (asesinato de todos aquellos que no colaboraban o no estuvieran de acuerdo con su "ideología", sacrificios rituales de animales y personas, bombas, apagones masivos, etc), así como la bastante similar reacción del ejército y los poderes estatuidos (estado de sitio, ley marcial, encarcelamiento y asesinato de inocentes, entre otras) lo más sustancial, lo que está debajo de la superficie de esta contradictoria y convulsa realidad, queda allí incólume, sin descubrir.
Así, la opción de un argumento a medio camino entre el thriller y un frustado romance, no le permitió al director profundizar lo suficiente en el opresivo e intimidatorio ambiente de un país recorrido, histórica, cultural, social y políticamente por la corrupción, las desigualdades y la exclusión más radicales: fértil caldo de cultivo para entender un poco, al menos, esa violencia extrema tanto del poder como de los marginados de este.
Con un buen equipo técnico, artístico y de producción (fotografía, edición, música y actores) procedente básicamente de España, quizás lo más loable de este filme, a pesar del difuso adentramiento en la temática que aborda, sea el ritmo entre pausado y escéptico que le impone la sutil caracterización del personaje que interpreta Javier Bardem, como una especie de zombie, de (anti) héroe en tierra de nadie, dentro de esta caótica realidad, que se le impone de manera inevitable.