
He aquí una película de terror que atrapa con conceptos románticos sobre la Naturaleza, entendida esta en su sentido tenebroso, telúrico y creador, mostrada al punto del horror: la Naturaleza encarnada en sujetos ciegos, deformes, crueles y sanguinarios que apañan a quienes traspasan los límites de la lógica natural. Se trata de la cinta El descenso (2005), bien dirigida por el realizador inglés Neil Marshall.
En este filme, la Naturaleza surge horrorosa para un grupo de mujeres gustosas de las aventuras, quienes, luego de un accidente fatal, se meten a una montaña cerrada y remota, expedición aparentemente espeleológica por laberintos bajo la superficie terrestre, por sus venas y arterias, cuevas y dédalos, donde ellas enfrentarán inesperados horrores.
Hay más que el enfrentamiento ante una exaltada y vengativa Naturaleza. Algunas de esas mujeres viven distintas secuelas del accidente, donde murió el esposo de una de ellas, posiblemente amante de otra con la complicidad de una tercera. O sea, también hay laberintos psicológicos en dichas exploradoras, especie angustiosa de maraña con sentimientos sumamente confundidos.
Así, ante el horror físico generado por la Naturaleza y sus demonios, también en la naturaleza humana de las amigas hay otros demonios que golpean la mente de cada una. De esa manera, lo emocional se corresponde con el horror surgido por los pasadizos terrestres, cada vez más profundos.
Hablamos de una buena película. Si no llega a más, lo es por la impotencia del guion más que de la puesta en escena. En efecto, el guion no ahonda en ese símil entre la tribulación interna de los personajes y el terror externo. Aún así, este largometraje se muestra duro, expectante y angustioso, tenso como un rayo a punto de caer. Es cine de pesadilla, adrede.
El problema es que el argumento decide salirse de esa alucinación opresiva antes de tiempo, cuando todavía podía revolcar más el dedo en la llaga de los acontecimientos.
Extraña, misteriosa y sobrenatural, la película logra mantener una respetable coherencia interna, aunque muchos le cuestionan su final.
En lo que a este crítico se refiere, lo cierto es que disfruté enormemente las secuencias últimas y las juzgo válidas para dar un punto de giro anómalo, atinadamente confuso, en el relato y, así, hablar sobre la esperanza humana (salvarse del terror).
Luego de eso, la Naturaleza impone de nuevo sus condiciones. Al contrario de otros críticos, pienso que esa secuencia, normal solo en apariencia, es la más delirante del filme. (He hecho un gran esfuerzo para hablar del final sin descubrirle nada al lector, disculpen si no lo he logrado).
Esta película, en fin, está muy bien llevada, con males menores ya indicados, y cuenta con una expresión visual impecable, además de las buenas actuaciones (en este caso, magnífica dirección de actrices).
Es cine hecho con pericia, de lograda atmósfera, por encima de lo que últimamente ofrece el cine de terror.