
Ser héroe no es tan fácil, menos si se es superhéroe. No lo hemos vivido en carne propia, pero lo sabemos por buenas referencias. Nos lo contó, por citar un caso, el cineasta Tim Burton cuando chismeó detalles de la vida privada de Batman. Tampoco es fácil ser hijo de una pareja de superhéroes, menos cuando llega la adolescencia, mal necesario en el ser humano e igual en los titanes, semidioses o colosos.
Si no nos creen, pueden ir al cine a ver Súper Escuela de Héroes (2005), de los estudios Disney, quienes contrataron a un director que hace su trabajo con algún oficio, Mike Mitchell, pero quien ya había metido las patas en un par de filmes por ahí, por si acaso: Sobreviviendo la Navidad y, el segundo, Deuce Bigalow. Sin embargo, no lo vamos a acribillar por esos malos largometrajes.
La verdad es que ahora no lo hace tan mal con esta aventura de preadolescentes que son superhéroes en edad colegial, quienes se ven metidos en extrañas y engañosas aventuras con otros chavalitos más rebeldes que, por una lógica sin lógica, terminan siendo los malos de la película. De hecho, los buenos son muy buenos, hasta hacen fiestas a escondidas, pero sin tragos ni "aprietes" amorosos (no se les ocurren), ni se fuman siquiera una ramita seca de chayotera.
Lo bueno es que la trama resulta agradable, entretenida y hasta graciosa. La miramos con agradecimiento de nuestra parte y le perdonamos su ligereza. Los jovencitos del elenco se esfuerzan por actuar bien, de verdad que sí, los efectos visuales resultan más que aceptables (por vistosos) y la moraleja del filme es válida. Incluso, los adultos pueden sacar otras "lecturas" del filme, igualmente positivas.
Por ahí aparece la actriz Lynda Carter, quien hizo de Mujer Maravilla en la tele y, en este filme, se permite un chiste sobre ella misma. A veces, la escuela mentada recuerda algunas cosas de la saga de Harry Potter, sin tantas extravagancias, o de la cinta animada Los Increíbles, solo que con música de los años 80, lo que ayuda a confirmar el carácter familiar de la película. Es como estar ante una historieta.
Cuando se trata de chavalitos o chavalitas superhéroes, los críticos debemos tener cuidado, a menos que también nos creamos supercríticos (los hay), cualquier comentario adverso puede ser motivo de enojo por parte de algún superpapá muy exaltado.