El teatro, como tema, vuelve al cine para retratar la pasión de quienes inventan la libertad en los escenarios. Es la historia de sujetos dispuestos a vivificar una sala y a gozar de la música, del baile, del canto y del vodevil, mientras las bombas nazis caen sobre Londres. La frase es conocida: "El espectáculo debe continuar".
De esta manera, la película titulada Mrs. Henderson presenta (2005), filme británico dirigido por Stephen Frears, nos cuenta una historia no solo agradable, sino también esperanzadora sobre el papel del divertimento en momentos cruciales de la sociedad. Es una especie de salutación al optimista, como el título de aquel extraordinario poema de Rubén Darío.
Esta es la moraleja de la película: el teatro logra mantener el ánimo esperanzador no solo de quienes están en un escenario, también en aquellos que disfrutan del trabajo de los artistas, hay retroalimentación, y esto es posible aún en tiempos de crisis. El arte es siempre el renuevo de la planta.
Mrs. Henderson presenta es comedia colorida, con logradas actuaciones de Judi Dench (como la señora Henderson, quien decide poner su dinero al servicio del teatro, antes que languidecer como viuda) y de Bob Hoskins (como el artista y empresario capaz de darle una vida muy picaresca a los textos en escena).
La película también reinventa el papel refrescante del desnudo en un escenario, sin represiones ni moralinas, sino como expresión natural y bella de la piel. Las buenas coreografías presentes en este filme enfatizan el carácter lúdico de su propuesta temática.
No hay duda que, tras estas imágenes contagiosas, está la buena mano del director Stephen Frears, inglés, quien nació en Leicester (1941) y se inició dentro del movimiento contestario Free Cinema.
Entre sus cintas más conocidas tenemos: Mi hermosa lavandería (1985), Á brete de orejas (1987), Relaciones peligrosas (1988), Grifters (1990), Héroe por accidente (1992) y Mary Reilly (1996).
Estáclaro que, dentro de las condiciones vistas en el filme, el teatro londinense no era el mejor en la sala del Windmill, en el corazón del Soho.
Igualmente, esta película no es excepcional, como han dicho algunos, pero uno se rinde ante su encanto persuasivo o ante su persuasión por el encanto.
Con su colorido, sus coreografías, su humor, sus amores, su música, su estilo, sus buenas actuaciones y su ajustada dirección, este filme es punto de grata reunión, como el teatro de Windmill, en el ya mentado corazón del Soho.