Dirección: Peter Segal. Guión: David Dorfman. Fotografía: Donald McAlpine. Montaje: Jeff Gourson. Música: Teddy Castellucci. Intérpretes: Jack Nicholson, Adam Sandler, Marisa Tomei, John Turturro, Luis Guzmán.
La comedia, ese género tan atractivo pero a la vezdifícil del cine, está pasando en la actualidad por una crisis de creatividad preocupante en sus ideas yen sus realizaciones.
Lejos y nostálgicos estamos de los tiempos de lafrescura y las ocurrencias, pero sobre todo de lainteligencia de un Buster Keaton, Charles Chaplin, Billi Wilder, Blake Edward, Woody Allen o Terry Gillian, por solo citar algunos "clásicos" norteamericanos e ingleses.
Peter Segal, uno de esos realizadores contemporáneos de "comedias" (Arma desnuda 33 1/3, Mr Deeds), es el director de Locos de ira. Un filme que suple con algunos chistes a veces graciosos, pero en otras ocasiones ciertamente insípidos o pesados, las precariedades de su endeble guión.
Locos de ira cuenta las surrealistas vivencias (no por su asociación a los sueños, sino por lo increíble de estas) del tímido aspirante a "ejecutivo" David Buznik, quien trabaja en una compañía de implementos para mascotas, pero que no tiene las agallas de enfrentarse a su jefe, ni reclamar sus derechos ante prácticamente nadie.
Para colmo, un mal día una serie de circunstancias extrañas -ocurridas en un avión- le llevan a un tribunal por "agresión" a una aeromoza; y allí es obligado por la jueza a someterse a una terapia de "control de enojo", con un muy particular psiquiatra.
Luego de un examen bien poco ortodoxo, este excéntrico médico le dice a David que padece de "enojo implosivo". Es decir, que es una de esas personas que contiene la ira y los malos humores en todo momento, hasta que finalmente estalla como un volcán, llevándose a su paso todo lo que encuentra.
Para deshacerlo de esos "enojos implosivos", este extraño psicólogo somete a David a una "terapia" de choque, que pareciera dirigida más a exaltar su ira que a atenuarla.
Así, con una realización y un guión repleto de inconexiones en la justificación de su historia misma, junto a lugares comunes y otras inconsistencias menores, esta película apela a sus famosos actores (Jack Nicholson, Adam Sandler, Marisa Tomei, John Turturro, John C. Reilly) para sustituir sus evidentes carencias y poder destilar sus insulsos chistes.
No obstante, ni el esfuerzo -muchas veces infructuoso- de esos actores de talento (ni siquiera tan "talentosos" aquí) logra un resultado al menos satisfactorio.
Esto lo digo, salvo que vayamos al cine a reírnos de un par de estupideces y un poco de tonteras iracundas, de las que esta película tiene bastante.