Según las leyendas solapadas en textos religiosos y según los mitos para explicar lo que no se entiende, existe lo que algunos llaman el anticristo. Por supuesto que el cine, por su carácter parasitario, no logra mantenerse al margen de este tema y los anticristos van y vienen en distintos largometrajes.
Ahí está La profecía (de 1976), con Gregory Peck y Lee Remick, película dirigida por Richard Donner, con la trama de un diplomático estadounidense en Londres, quien llega a descubrir que su hijo es nada menos que Damián,sí, el malévolo anticristo que viene a reinar sobre los humanos.
Damián tiene un sello bajo su pelo, el 666, calcomanía infernal, tatuaje sin control de ningún ministerio de salud. Con base en ese 666, la industria poderosa de Hollywood hace ahora un refrito ( lo que llaman un remake ) de la película original, estrenado con aliento comercial el pasado martes 6/6/06.
Está de más decir que La profecía (1976) tuvo distintas secuelas, algunas versiones en tele y tiene ahora este refrito del 2006 que se apega, con poca creatividad, a la película original. La versión que hoy comentamos cuenta con la dirección de un irlandés, John Moore, y con protagonistas jóvenes muy poco convincentes, poco que resaltar dentro del elenco, ni siquiera al niño que encarna a Damián, quien solo pone cara de chiquillo gruñón, como el enanito de Disney para su filme con Blancanieves.
Por supuesto que, dentro de la fidelidad al guion original, este de ahora, el del 6/6/06, se acomoda a hechos recientes, como desastres naturales, terrorismos y guerras: el 666 es la marca de la Bestia, no lo olviden. Lo que sí está a la altura en esta nueva versión es la actuación de la experimentada Mia Farrow como la nana de Damián, mujer cuya maldad se reviste de dulzura y cuyas perversiones se ocultan en la suavidad de carácter.
Fuera del aspecto comercial, uno se queda sin entender para qué hicieron un refrito tan sin creatividad con respecto al original, que solo repite fórmulas y agrega efectismos de moda en el cine de terror: sustazos con ayuda de la computación, para que brinquen los parroquianos que van al cine, más una música siempre oportuna para la atmósfera del filme.
En fin, estamos ante una película más de terror, lucrativa, por lo que le falta fuerza dramática; es entretenida, pero al rato de su metraje la sentimos fría y distante. Pese a la oportuna imbricación de sustos, se evidencia como algo ya visto dentro del género, como tener una postal repetida.