Desde siempre, la soledad conquistó el verbo eternizado en poemas y la vida de Carlos Martínez Rivas; no obstante, fue precisamente en el momento de su muerte, cuando la soledad se vio derrotada y lo abandonó.
Carlos Martínez Rivas, el poeta nicaragüense considerado una de las grandes glorias de las letras castellanas, fue enterrado el miércoles en Granada (Nicaragua). Su ataúd fue acompañado por gran cantidad de nicaragüenses, en su mayoría intelectuales, aseguró en una entrevista telefónica la periodista Lilliam Alvarado del periódico La Prensa de Nicaragua.
Sin permitir que muriera la poesía inherente a su ser, su voz previamente grabada salió de los parlantes y les recordó a los acompañantes de la carroza funeraria (tirada por dos caballos) al gran maestro, al amigo y al excelente poeta que le legó a la humanidad La insurrección solitaria, su único e inigualable libro.
Este literato de 76 años murió el martes en la madrugada, en el hospital de Managua, de una enfermedad hepática.
Reconocido
Martínez Rivas era conocido por La insurrección solitaria, así como por otro poema, El paraíso recobrado, escrito en sus años de adolescencia.
Este escritor siempre fue un rebelde. Nació el 12 de octubre de 1924. De 1945 a 1951 cursó sus estudios en Francia y España.
En vida, Martínez Rivas recibió diversos homenajes a su talento literario de parte de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua el gobierno del liberal Arnoldo Alemán le entregó el Premio Humanidades.
No obstante, Martínez Rivas también se desenvolvió como diplomático en Francia, España e Italia, a finales de la década de los años sesenta y principio de los setenta, puntualizó La Prensa.
Además, fue editor y traductor del Programa Editorial del Consejo Superior Universitario de Centroamérica.
Una comisión que representó al Poder Ejecutivo de Nicaragua asistió a sus funerales en Granada, 45 kilómetros al oriente de Managua, como demostración de su dolor por el fallecimiento.
Clemente Guido, director del Instituto Nicaragüense de Cultura, anunció el miércoles pasado que la obra de Martínez Rivas fue declarada patrimonio nacional y artístico de ese país, informó La Prensa.
Martínez Rivas nació en Guatemala, debido a que sus padres se encontraban en ese país al producirse su nacimiento, pero desde niño vivió en Nicaragua.
El Gobierno de ese país señaló que su obra fue valorada "como una de las más innovadoras en el Continente, aunque lamentablemente poco difundida. Grandes poetas como (el mexicano) Octavio Paz reconocieron su talento creativo".
Carlos Martínez Rivas fue, junto a los poetas Carlos Mejía Sánchez, también ya fallecido, y Ernesto Cardenal Martínez, exministro nicaragüense de Cultura, miembros de la generación de década de los años cuarenta.
Martínez Rivas, considerado uno de los hombres más cultos de Nicaragua, vivió algunos años en España, Costa Rica y los Estados Unidos antes de trasladarse definitivamente a su tierra.
El poeta fallecido era también un gran crítico literario, conocedor de la poesía universal y de la pintura.
Lágrimas ticas
La muerte de Carlos Martínez Rivas es una pérdida invaluable para la literatura americana.
Para los escritores costarricenses, tanto profesionales como aficionados, que han leído La insurrección solitaria, esta es una obra fundamental en su desarrollo, cargada de un exquisitez estilística impresionante.
"Carlos era uno de esos escritores que se sumergen en el corazón de los hombres y de la vida misma", aseguró Mario Matarrita, un literato nacional que conoció al nicaragüense durante una de sus visitas a Costa Rica.
Matarrita comentó que gran parte de La insurrección solitaria fue escrita en Costa Rica. Martínez Rivas vivió aquí en su juventud, aunque Matarrita no logró precisar en cuáles años.
En esa época, el nicaragüense daba conferencias, participaba en recitales y amaba San José.
En la década de los años setenta, el artista vuelve al país, después de una temporada en España, y realiza su más larga estadía en Costa Rica. En 1978 se devuelve definitivamente a Managua.
El costarricense, dolido por mala noticia, explicó que Martínez Rivas es un poeta fundamental y que, con él, se pierde un buen amigo y amante de Costa Rica. Julio Cortázar reconoció la calidad de este escritor en 1952.
El poeta Osvaldo Sauma, sorprendido por el deceso, explicó que las letras pierden a uno de los mejores poetas de América Latina, a pesar de publicar sólo un libro. No obstante, su producción literaria inédita es bastísima.
"Carlos Martínez Rivas ha sido eso, un solitario insurrecto, no hizo pactos y dedicó por completo a su producción", detalló el artista nacional.
Sauma recuerda que el nicaragüense se hospedó en la habitación número 10 del hotel Sheraton durante su segunda estadía en Costa Rica.
Los ticos que sienten la pérdida de Carlos Martínez Rivas en su vena artística son muchos, en especial porque la sensual lucidez clásica de su poesía desataba los genios creativos de sus lectores más ávidos.