La semana pasada decía que hay personas que llegan a nuestra vida por una razón específica, otras por un cierto período, y otras por toda la vida.
Terminaba diciendo que debemos entender cuál es el propósito de cada quien en nuestra vida, porque no podemos asumir que cualquier persona querida en un momento dado puede ser nuestra pareja por toda la vida.
Hoy añado que el noviazgo es justamente el período para recoger aunque sea un mínimo de información acerca de lo anterior, y por eso es tan importante cuando se piensa en tener una pareja formal, entendiendo por tal la que desearíamos que dure "hasta que la muerte nos separe".
Por supuesto, no se puede recoger toda la información durante el noviazgo, pues como dijo alguien, es la "etapa de las mentirillas". Cada uno luce sus mejores galas, físicas y emocionales, para causar la mejor impresión posible y para ocultar todo aquello que lo lleve a ser rechazado por el otro. Pero sí es factible recoger bastante información, sobre todo si el noviazgo se extiende el tiempo suficiente.
¿Cuánto es ese tiempo? Nadie lo sabe con exactitud. Algo muy razonable que he escuchado es que no debería ser menor de nueve meses, haciendo la analogía entre el período de gestación de un ser humano y la gestación de una pareja.
Sin embargo, tampoco debería ser demasiado largo, porque esa "pareja-bebé" podría asfixiarse dentro del ambiente protegido que es el noviazgo.
Un ambiente donde el compromiso se limita casi solo a verse de forma regular y en exclusiva, donde se disimulan ciertos conflictos por el simple hecho de que cada uno se va para su propia casa, o porque basta con decir que todo se acabó para que en efecto sea así.
Así las cosas, no podemos confundir la gordura con la hinchazón. La persona con quien vamos a hacer pareja formal no debería ser alguien que está con nosotros sólo porque requerimos de su compañía, apoyo o ayuda en un momento dado.
Tampoco alguien con quien compartir sólo un período, antes de caminar en otra dirección. Debería ser alguien que nos enseña, desde el principio, una nueva y mejor forma de ser.