"Cuando los padres oyen esa frase, viniendo de sus hijos, alegan que sus hijos han cambiado, que ya no se sienten queridos por ellos y que ya no son necesarios. Todo lo contrario, posiblemente la gran mayoría todavía quiere a sus padres, simplemente es que ellos cambian, y en este día de los padres, espero que esta columna los ayude a comprender esos cambios, simplemente son cambios. En mi tiempo decíamos: "¡qué color, mi tata!"; ahora ellos nos dicen "¡no haga feo, mi tata!".
Es cierto que en pocos años se pasa de ser el papá héroe, el que todo lo sabe, el teacher que explica inglés, el entrenador de futbol, el que sabe si va a llover, el mecánico, el arreglatodo, el doctor que cura todos los dolores y todas las heridas, el experto en computación y juegos, el héroe aventurero que va por caminos donde mamá no se arriesga, el que siempre dice que sí hay plata, el que se ríe en vez de regañar, el que en vez de perseguirlo para ponerle un abrigo, se lo quitaba.
Yo dejé de ser el que lo montaba en mis espaldas para jugar caballito o el que salía lleno de jugo de caña, cuando lo llevaba a la feria del agricultor, porque lo ponía sobre mi cuello y mientras yo cargaba una bolsa en cada mano, él iba feliz chupe que chupe un pedazo de caña; o el "juntabolas" cuando me ponía de portero para que practicara los tiros a marco.
Dejé de ser el que me sentaba a jugar carritos; o el que se sentaba los domingos en la noche a hacer barba y anteojos a las personas que aparecían en las fotos del periódico; o el masajista que arreglaba los golpes de la mejenga.
Ahora soy el "ridículo", "gordo" (aunque creo que no lo estoy), "qué color con mi tata" y el que hago feo; el que cuando pretendo jugar futbol con mis hijos, soy recibido con la frase "¡no juegue de vivo mi tata, ya usted está roco!".
Antes oíamos frases como: "mi papito lindo..., papi me dijo que no lo hiciera..., papi me lo regaló..., papi me lo explica..., papi me llevó..., papi me felicitó..., que papi me acueste..., papi me castigó..., papi, él es mi amiguito..., papi, me deja ir..., papi, qué dicha que vino temprano..., quiero ir con papi..., hoy viene papi a verme..., papi te quero mucho..., yo me quiero sentar con mi papito".
Muy pronto, esas frases cambian a unas como: "mi tata, no haga feo..., mi tata es un agarrado..., no, ya estoy muy grande para estudiar con mi tata..., nunca se dio cuenta mi tata del 90 que saqué..., no, ya estoy muy grande para que me acueste..., ya ni para castigarme se mete mi tata conmigo..., mae, escóndase porque si lo ve mi tata no me da permiso..., qué pereza, ya llegó mi tata..., no mi tata, ya hice un plan con unos amigos..., mi tata, dice la profe que vaya al colegio, que quieren conocerlo..., si llama mi tata, dígale que no estoy..., qué pereza, yo no quiero sentarme a la par de mi tata". Felicidades papá.