Con el afiche extendido sobre la mesa y ayudada por su dedo índice, Ana Carter -eterna vocalista del grupo nacional Claroscuro- hace un singular recuento discográfico: "En este pusimos todos nuestros ahorros... este fue un préstamo... este también... ¿y este? ..." El dedo repasa -una a una- las carátulas de los cinco discos y casetes del grupo.
Es como si deshojara margaritas amargas pero felices pues, además de números rojos, las imágenes son su biografía: la herencia de Claroscuro tras 14 años de trabajo en los escenarios de la música.
"Cinco producciones para un grupo que nació sin fines de lucro... es porque somos muy arrechas ", bromea Ana Castro, otra de las fundadoras de la agrupación quien, además de cantante, es abogada.
"Este es el aporte del grupo al movimiento feminista y a la cultura del país. Decidimos cerrar un ciclo, pero la música no tiene fin".
Obertura. Hace dos años y medio, las integrantes de Claroscuro creyeron que daban su último concierto, sin saber que la nostalgia puede ser más poderosa.
Este fin de semana (mañana y el sábado), volverán a juntarse para ofrecer su despedida, en dos conciertos definitivos, antes de clausurar el proyecto que les dio público, premios, deudas, discos, chascos y conciencia de género.
"Fuimos pioneras en algo que la sociedad no quería escuchar, como el abuso y la discriminación. Hicimos lo más dífícil: dar el paso en Costa Rica, con un público educado para ser misógino", explican.
"Nosotras ya cumplimos nuestra misión. Nos tocó ser proa de barca y ahora vamos en mar sereno".
Protagonistas. La reunión traerá de vuelta a sus filas a la violinista Karla Kountupes, exintegrante del grupo, quien viene desde Estados Unidos especialmente para los conciertos.
Su aporte se unirá al de la "plana mayor": Ileana Alfaro (dirección y teclados), Ana Carter (voz), Ana Eduarte (letras y batería), Ana Lorena Alfaro (viola), Ana Castro (letras, compositora, guitarra y voz), Gladys Chiny (voz y percusión) y Katherine Hayes (bajo).
La lista de invitadas también incluirá a la chelista Gabriela Alfaro, la tecladista Randi Steinkoler y la contralto Paula Quesada, como directora de cuatro cantantes de la agrupación Café Chorale.
Mambo. Dos horas y pico de concierto en el Teatro Nacional serán suficientes para un recuento moderado: la diversidad musical de Claroscuro alcanzaría para doblar el baile y triplicar la denuncia. "Tocamos todos los ritmos latinos imaginables", confiesa Ana Carter, irrespetando adrede el sacrosanto origen del rock y el blues .
"Será una fiesta larga", señala el resto de las Anas , orgullosas de que su despedida se acompañe de música propia, hecha a base de salsa, bolero, ballenato, fusión y batucada.
"Lo que van a ver este fin de semana es de una altísima calidad", dicen. Incluso -asegura Ileana- dos piezas del repertorio van a dejar a la gente sin respiración, por referirse a la guerra y al abuso sexual.
Ana Castro habla con humor, también plural: "El ánimo que nos lleva es el de la celebración, aunque nos hemos preparado con responsabilidad y seriedad. Ahorita tenemos el síndrome del bolero: ansiedad, angustia y desesperación".
Rapsodia. La decisión de Claroscuro parece hija de la máxima roquera Vive rápido, muere joven y deja un bello cadáver . Tras las risas por la comparación, parece que algo de eso debe haber. "Nos estamos yendo como las grandes: supimos encontrar el momento para decir hasta siempre ", dicen.
Sin embargo, en estos días, la coyuntura nacional no parece ser la más adversa, mucho menos para un grupo que nació convencido de que la militancia feminista y la música debían ir de la mano. Mucho menos para ellas, que siempre se subieron al escenario dispuestas a granjearse un buen pleito ideológico. ¿No es este, acaso, el mejor momento de su carrera?
"Probablemente", dicen. "A lo mejor", añaden. "Es tiempo de la nueva generación. ¡Que vengan las nuevas mujeres artistas!". De todos modos, su fin destila victoria y, como en las películas, podría interpretarse como un happy end : "Representa un lujo que una organización de mujeres cierre su ciclo de esta manera", afirman convencidas.
El grupo se esfuma pero la militancia continúa: "El arte siempre es castigado: si encima proviene de mujeres que quieren un cambio de conciencia, es más difícil", dicen. "Claroscuro será historia a partir de las 12 de la noche del próximo 12 de marzo", añaden con tristeza.
A pocos días de celebrado el Día Internacional de la Mujer, la despedida de Claroscuro puede verse como una prolongación de esta fiesta mundial. A ellas les gustaría.