
La incertidumbre parlamentaria obligó a la presidenta Laura Chinchilla a quedarse vestida para la ocasión en su despacho, y a enviar por encomienda el mensaje que pretendía leer por la noche ante los diputados.
La mandataria hasta había ensayado el sábado en el plenario legislativo, pero la ausencia de los legisladores de oposición, en protesta por la elección del Directorio, impidió el quórum de la sesión solemne. Entonces no quedó más que romper la tradición de los discursos del 1.° de mayo.
La última vez que un presidente omitió su discurso en un 1.° de mayo fue en 1936, cuando Ricardo Jiménez decidió no dar el último mensaje de su cuatrienio y dejar el espacio a su sucesor, León Cortés, contó el exasesor parlamentario Humberto Morales.
Han pasado entonces 75 años sin que ningún gobernante dejara de leer personalmente ante el Congreso el informe de labores obligatorio, como manda el artículo 139 de la Constitución Política.
“Las condiciones extraordinarias en la Asamblea Legislativa lo han impedido”, justificó la Presidencia de la República en un comunicado distribuido a las 7:09 p. m., cuando se había pedido a los invitados especiales no asistir.
A esa hora, el Congreso era escenario de algo muy diferente a lo previsto. Fracciones de oposición se mantenían reunidas discutiendo el porvenir de la crisis parlamentaria; diputados oficialistas se habían retirado a casa; Chinchilla y su gabinete seguían congregados en Zapote.
Ya Chinchilla había mandado a su secretaria de Consejo del Gobierno, Marta Monge, a entregar en Cuesta de Moras un informe de 24 páginas en el cual presentó “los primeros frutos de su Gobierno” y reiteró planes, promesas y proyectos.
“Inseguridad laboral en un mercado cada vez más exigente; inseguridad de los inversionistas en una economía impredecible; inseguridad de jóvenes ante un futuro incierto para los que se preparan y tristemente cierto para los que no se preparan”.
”Inseguridad de los agricultores por el cambio climático; inseguridad de las familias por los crímenes, y la más compleja de las inseguridades: la inseguridad provocada por nuestros propios temores, la inseguridad de pensar en grande, a actuar con determinación y, sobre todo, el temor a coincidir para lograr avanzar con la oportunidad y la rapidez que exigen la circunstancias”, dice el informe antes de desglosar lo hecho y lo proyectado en cuatro ejes.
La presidenta dijo estar comprometida en “hacer de Costa Rica un hogar más seguro para todos” mejorando lo social, la seguridad, la sostenibilidad ambiental y la economía nacional.
Basada en la “objetividad y la valoración de resultados”, aseguró haber avanzado sobre todo en la planificación y proyección de cada sector, lo que le permite avanzar sobre una ruta fija a pesar de los obstáculos del momento.
Reconoció la “enorme complejidad de la coyuntura”, en alusión a la recesión económica, a los desastres naturales y a la “más alevosa y flagrante violación a nuestra soberanía”, en alusión al conflicto con Nicaragua.
La mandataria se apropió de una serie de datos positivos correspondientes a los meses posteriores a la parte más áspera de la crisis económica del 2009.
Subrayó, sin embargo, la urgencia de nuevos ingresos para el Gobierno. Por eso, aunque no quiso encender una alarma mayor, aseguró que “de no hacer nada, el déficit llegará al 10% del PIB en cinco años”, lo que calificó como “inmanejable” y posible causa de “consecuencias catastróficas”.
Chinchilla evitó hacer alusiones directas a la herencia de la administración de Óscar Arias.
La mandataria sí agradeció al equipo que la ha acompañado en este primer año, el primero en que Costa Rica avanza guiado por la mano de una mujer.
“Mi más profundo agradecimiento por la entrega, solidez e integridad de mis vicepresidentes, mis ministros, viceministros y presidentes ejecutivos”, escribió en alusión a un gabinete que acumula ya la baja de cuatro ministros y seis viceministros.
A los diputados también les iba a dar un mensaje. Les reitera disposición a someterse al control político y a un “vigoroso diálogo político”. Sin embargo, deberá decírselo otro día, ante la crisis legislativa.