Colaborador de La Nación
En la industria del entretenimiento hay dos tipos de músicos. Solamente dos y con ellos se resume toda la magia y todo el desencanto que hay en el mundo de los sonidos.
Por un lado tenemos los artistas producto de una campaña de mercadeo, que, de la misma manera que un nuevo champú o un nuevo diseño de un teléfono celular, son puestos en las urnas del consumismo. Algunos de estos artistas logran un éxito de considerable notoriedad, otros –quizás los más– terminan consumidos por las mismas reglas del juego que los animó.
A lo mejor el ejemplo de Britney Spears se ajuste en forma descarnada a esta descripción. Y es así como vemos, no sin cierto estupor, que cuando desaparece toda la parafernalia que rodea a un artista-producto queda un ser humano indefenso, confuso, agotado y manipulado. Y esto es algo triste.
En el otro extremo del falso paraíso, que el “star system” construye para una gran masa de ilusos, se encuentran los otros y las otras. Los que sí son músicos y de quienes siempre quedarán sus obras, trascendiendo más allá de la muerte los avatares de la moda. Los que escriben sus propias letras, componen la música, hacen los arreglos, se involucran en la dirección artística y tienen un estilo muy personal, creado por ellos mismos.
Es aquí, en estos terrenos, donde encontramos a esta joven, delgada, delicada, de apariencia insignificante, de inquietos ojos negros, que rehúye los escándalos publicitarios, el bullón del “marketing”, la vitrina golosa que siempre ofrece más por menos de todo. Es aquí, en este otro lado, donde las cosas cuestan más porque son propias, que Norah Jones ha provocado un giro en la escena del pop.
Nace una estrella. Cuando Norah Jones lanzó su álbum debut con el famoso sello Blue Note en febrero del 2002, la cantante de apenas 22 años nunca se imaginó que este se convertiría en uno de los álbumes debut más vendidos de todos los tiempos. El disco titulado Come Away With Me alcanzó el estatus de producción multi-platino en menos de un año, estableciéndola como una sorprendente e inesperada joven artista de proyección universal.
Este disco barrió en la ceremonia de los premios Grammy del año 2003 con ocho reconocimientos que incluyeron: Mejor Álbum, Mejor Grabación, Mejor Canción y Mejor Nueva Artista, convirtiéndose en la segunda persona en ganar los denominados “Big Four” de los Grammy. El primero en obtener esta serie de cuatro premios fue Christopher Cross en 1979.
Su segunda producción confirmó que el éxito de Norah no era gloria de un día y Feels Like Home debutó en el número 1 de Billboard deparándole tres Grammy, entre los que incluyó la Grabación del Año y la Mejor Colaboración pop en dúo junto al aún no fallecido Ray Charles. El tercero fue por la Mejor Interpretación femenina.
Este año, durante el mes de enero pasado, Norah Jones lanzó su tercera y más personal confesión musical titulada Not Too Late . Es una colección de 13 canciones originales escritas y co-producidas por ella y su pareja, el bajista Lee Alexander, quien además es integrante del grupo que acompaña a Norah desde el primer disco.
Norah Jones, con su primer álbum y el debut de otros músicos jóvenes, como el inglés Jamie Collum, dieron paso a una nueva denominación, que aunque no ha convencido a muchos, ya se posicionó como new jazz . En todo caso, es una forma distinta de ver a este clásico sonido.
Jones, nacida en el año de 1979 en la ciudad de Nueva York. Hija del célebre maestro del sitar, el hindú Ravi Shankar y la enfermera Sue Jones, llega nuevamente para reafirmar un estilo que consolidó hace cinco años con un disco donde las influencias de grandes del jazz como la cantante Billy Holiday o el pianista Bill Evans se sienten insinuadas con gran delicadeza.
Éxito estadístico. Las expectativas generadas por su nuevo trabajo no se hicieron esperar tras su salida al mercado en enero. Durante las primeras semanas se posicionó rápidamente como el disco más vendido en Estados Unidos, superando las 400.000 unidades. Pero la gran sorpresa estaba por venir al lograr una venta de más de tres millones de copias a través del sistema de preventa por Internet, convirtiendo, de inmediato, a Not Too Late en el disco con más solicitudes por medio de esta vía y antes del lanzamiento oficial.
Pero no sólo en Estados Unidos el “efecto Norah Jones” se hizo sentir. En Latinoamérica y Europa también se registraron altas cifras para un género musical que sigue siendo tan diferente que el término alternativo no alcanza expresar toda la dimensión de esta música.
En Argentina, Austria, Brasil, Canadá, Dinamarca, Dubai, Francia, Alemania, Holanda, Japón, Nueva Zelanda, Suiza e Inglaterra el disco debutó en los primeros lugares de los rankings , y hasta el momento, ha recibido 21 discos, entre oro, platino y multiplatino.
Sin duda es el trabajo más personal de Norah Jones. Una sesión muy íntima. Un reflejo del carisma ya exhibido y que ella sintetiza en varias declaraciones hechas dentro del marco promocional del disco. “Estas canciones son mucho más sinceras y viscerales. Algunas son oscuras y cínicas, pero hay también un sentido de esperanza”, ha señalado la artista.