Guadalupe Elizalde eludió el mito y se encontró con Mario Moreno
Para Guadalupe Elizalde, periodista mexicana, entrevistar a Mario Moreno (Cantinflas) empezó como una apuesta que le lanzó un colega.
Cuando tuvo acceso a él fue descubriendo los claroscuros de este hombre personaje. Ese trabajo le cambiaría su vida.

"Yo sabía que iba al restaurante Rioma (Mario, sílabas al revés). Me senté en una mesa cercana a él y no dejaba de mirarlo. Se dio cuenta de que lo miraba y se cambió de mesa; yo lo seguí, se cambió de nuevo y de nuevo lo seguí.
Después de estar en eso por casi todo el restaurante se volvió y me dijo:
--¿Qué quieres?
--Una entrevista, le contesté.
--¿Qué me vas a pagar?
--¿Yo? Nada --le dije-- porque no tengo dinero, ¿ y usted? Eso le hizo mucha gracia y me gané su confianza. Fue la primera vez que me le pude acercar."
Guadalupe comenzó de esa manera una aventura periodística de un año, que culminaría en la única biografía autorizada del inmortal cómico mexicano: Mario Moreno y Cantinflas rompen el silencio. (No se encuentra disponible en Costa Rica.)
Ella es editora política del Diario de México. Apasionada por "este vicio del periodismo" es, además, abogada penalista.
Durante su carrera de 15 años -iniciada en el suplemento cultural del diario Ovaciones- cuenta con premios periodísticos y literarios en su país.
En Costa Rica participó en el V Congreso Internacional de Literatura de Centroamérica.
Robándole tiempo a su participación, concedió a Viva una entrevista la noche del cierre del congreso.
-¿Cuándo obtuvo el visto bueno para la entrevista con Cantinflas?
-El ya sabía quien era yo, por mis artículos periodísticos. Me pidió una muestra de mi poesía y le gustó. A partir de ahí me dejó entrevistarlo.
-¿Cómo fueron esos primeros contactos?
-Yo quería hacer un reportaje (luego salió la idea de las memorias) y en la primera vez solo habló de su infancia. En eso pasamos todo el rato. Yo le preguntaba: ¿cuándo llegamos a hoy? "Pos quien sabe", era su respuesta.
-¿Cuál parte de la vida de Cantinflas se le resistía?
-Casualmente su infancia, esta fue muy dura porque todo le había costado mucho; quería hacer de su pasado infantil, de su familia, una leyenda. Entre líneas una podía leer: "Es mi familia qué le voy a hacer".
-¿Qué encontró en Mario Moreno que no sabía?
-Lo más difícil era acercarse al mito, tenía que destruirlo para poder entrar en todas sus contradicciones, olvidar con quién estaba, ver qué era lo perdurable, el por qué del Cantinflas que seguía vigente.
Uno no podía contradecirlo porque se enojaba, se convertía en un déspota.
-Entonces, ¿cómo fue el proceso de corrección del material?
-Me decía: "Leeme esto. No, eso no va así me lo cambiaste". Yo le contestaba: como qué no don Mario, vea aquí esta, vea esta foto, vea lo otro. Yo se lo decía con flores, le buscaba el modo, había que hacer de Cristóbal Colón para descubrir la forma de contradecirlo.
-¿En qué momento se dijo a sí misma, lo tengo"?
-Cuándo habló de su esposa, Valentina quien murió de cáncer. Ahí sentí -como tú dices- que lo tenía, para él esa pérdida fue un dolor espantoso.
-¿Cómo era la relación de él con Mario hijo?
-Era el amor de su vida. Pero el muchacho es un junior, Mario nunca lo enseñó a trabajar, pues cualquier trabajo le parecía poco para su hijo.
-La salida al mercado del libro generó una serie de acciones contra usted...
-Sin embargo, hubo un momento más difícil: cuando le dicen que tiene cáncer y me lo aíslan. Mi compañero (Gerardo Villalba, también periodista) y yo, con la ayuda de cinco periodistas más realizamos más de 100 entrevistas.
Conversamos con María Victoria, Mario Sorté, Clavillazo, Resortes, Chachita, Mario M. Delgado, o sea con quienes lo conocieron y trabajaron con él, para terminar así de completar la vida pública, porque los datos ocultos ya los teníamos.
-Pero ¿qué pasa cuándo sale el libro?
-El público tuvo una doble reacción: unos entendieron, otros, sobre todo los más iletrados, no; algo así como "por qué me lo tocaron".
-¿Qué le dolió más de todo esto?
-Tenía que prepararme para todo. Mi única obligación era decir esto vi, me puedo equivocar pero esto es lo que yo vi.
-¿Cómo cambió su vida profesional?
-Para nada, fue un trabajo periodístico. Lo que sí cambió fue mi vida personal: yo nunca había estado en un tribunal, y todavía tengo juicios pendientes. Eso es algo que trastocó mi vida familiar.
-¿Dónde están las grabaciones?
-Las tiene la Fundación Mario Moreno, ellos las conservaron. Fueron muy mezquinos.
-¿Cumplió su meta de acercarse al hombre y no al mito?
-Yo lo amaba, pero no quería amarlo más. Cuando él murió sentí un gran vacío del hombre que me hacía reír. Se había convertido en mi amigo
-¿Volvería a empezar?
-No, jamás. No estando él muerto.