Ciudad del Vaticano. Ciento veinte mártires que dieron sus vidas por el Evangelio en China entre 1648 y 1930 serán canonizados el próximo día 1 de octubre en el Vaticano, una ceremonia que ha puesto en pie de guerra a Pekín, que les acusa de "traidores a la patria".
Se trata de 87 chinos -sacerdotes, seminaristas y hombres y mujeres laicos que ejercieron como catequistas, e incluso niños- y 33 misioneros extranjeros nacidos en España, Francia, Bélgica y Holanda, que hicieron su apostolado entre los siglos XVII y XX.
De entre ellos, el Vaticano ha elegido como cabeza al sacerdote chino Agustín Zhao Rong, nacido en una familia pagana y que fue uno de los soldados que escoltó hasta Pekín al obispo francés Juan Gabriel Taurin Dufress (1750-1815, otro de estos mártires), que ejerció como misionero en el norte de China y que fue ajusticiado.
A Zhao Rong le sorprendió la resignación y el coraje del obispo, lo que le llevó a entrar en la Iglesia católica. Fue bautizado, entró en un seminario y después ordenado sacerdote.
Predicó el Evangelio hasta que en 1814 fue arrestado. Fue ajusticiado en 1815, tras sufrir crueles suplicios.
Ninguno de los 120 futuros santos pertenece a la época del comunismo, actualmente en el poder, pero ello no ha evitado las duras críticas del gobierno de Pekín hacia el Vaticano, al considerar las canonizaciones "una humillación" para el pueblo chino.
La ceremonia ha reabierto el enfrentamiento entre las autoridades comunistas y el Vaticano y según destacados expertos ha acabado con las esperanzas de un rápido restablecimiento de relaciones diplomáticas, rotas en 1957.
Y es que tras la reciente visita a China del cardenal Roger Etchegaray, presidente del comité central del Jubileo del Año 2000, que incluso celebró misa en Shangai, la primera oficiada por un príncipe de la Iglesia en la China comunista, pareció abrirse una puerta hacia esas relaciones, que ahora se ha cerrado con más cerrojos que nunca.
"El Vaticano deberá pagar un precio altísimo para reconquistar el terreno perdido", afirmó Ren Yanli, director de la academia china de las Ciencias Sociales y experto sobre el cristianismo en China.
Según Ren, en China el cristianismo siempre ha tenido connotaciones imperialistas y colonialistas y que para ellos, visto que un gran número de esos mártires fueron ejecutados en 1900 -durante la "guerra de los boxers", considerado un movimiento patriótico contra los invasores extranjeros,- son traidores y no mártires.
Otro punto que ha desatado la fuerte polémica ha sido la elección del 1 de octubre, que coincide con el Día Nacional de la fundación del régimen comunista chino en 1949.
Un portavoz gubernamental acusó a la Santa Sede de herir los sentimientos del pueblo chino y la dignidad de la nación". Después, en un "in crescendo", el gobierno de Pekín agregó que la decisión vaticana era "muy dolorosa" para ellos y que no sería "tolerada".
El Vaticano respondió por boca de su portavoz, Joaquín Navarro Valls, que la elección del 1 de octubre no tenía connotaciones políticas y que no era un desafió a Pekín. Se eligió ese día -dijo- porque es la festividad de santa Teresa de Lisieux, patrona de los misioneros.
Respecto a las acusaciones de traidores y asesinos, Navarro dijo que acusar a los futuros santos de "crímenes enormes" es fruto de una lectura unilateral de la historia y una falsedad.
"Otra cosa son las fechorías que pudieron cometer las potencias coloniales, pero leyendo las biografías de estos mártires sólo se puede admirar la abnegación y deseo que mostraron por servir al pueblo chino".
Pekín no se dio por satisfecho y los pasados días descargó toda su artillería: El portavoz de Asuntos Exteriores, Sun Yuxi, insistió en que se sentían humillados y ofendidos por canonizar a unos "traidores a la patria", que dijo fueron fusiladas por violar las leyes nacionales y colaborar con el imperialismo durante las guerras del opio y otras.
El gobierno chino amenazó con "no quedarse cruzados de brazos" y adoptar "medidas".
Las primeras ya han llegado: Pekín anunció "duras medidas" para frenar la propagación de religiones extranjeras, entre las que se encuentra la católica.
En China viven unos diez millones de católicos, repartidos entre la Iglesia Patriótica, que controla el Gobierno, y la fiel a Roma, que es perseguida.
Edición periodística: Adriana Quirós Robinson, La Nación Digital. Fuente: agencias.