LA PRADERA VIVE ENERGÍA. Es el trote de los caballos sin domar y es la resistencia de las tribus aborígenes al avasallamiento de los blancos. Por aquí se inicia la trama de un filme rico en la aventura, de 136 minutos, titulado Hidalgo: Océano de fuego (2004), dirigida por Joe Johnston.
Ese comienzo, decidido en su denuncia, a la que no renunciará la película en ningún momento, se transporta pronto a las zonas desérticas árabes, a la carrera equina conocida como Océano de Fuego, toda una prueba de supervivencia siempre ganada por los mejores caballos árabes.
Solo que esta vez estará ahí Frank T. Hopkins, vaquero de padre blanco y madre indígena, y su caballo Hidalgo, mesteño valiente (de los llamados "mustang" en inglés), potro cerril, expresión animal de una pradera indomable que sufre la conquista cruel del hombre blanco venido de Europa.
No está de más contar que el guion se basa en la historia real de Frank T. Hopkins, llamado Niño Azul por los naturales de piel roja, quien fue montabroncos en los circos y llegó a participar en la gran carrera de los beduinos de que hablamos antes, de 5.000 kilómetros por el desierto.
Aunque basada en hechos reales, el filme está diseñado dentro de la mejor y más bella estructura del cine de aventuras, tanto que el guion de John Fusco parece salido de una novela de Emilio Salgari, de Karl May o de Fenimore Cooper. El mito, la leyenda y la historia son el ardor de la aventura.
También es un relato sobre la redención personal de su protagonista, encarnado por el actor Viggo Mortensen, a quien le sobra galanura, pero le falta intensidad dramática en su personaje. Para algunos espectadores será un tanto difícil separar su rostro del personaje Aragorn, el de El señor de los Anillos.
Mortensen es acompañado por un actor de quien disfrutamos siempre su presencia acoplada: Omar Sharif (como Sheik Riyadh) y por la joven actriz Zuleikha Robinson (como Yazira, elemento romántico del filme). Para esta actriz es su primer trabajo en cine.
No hay duda de que Océano de Fuego goza de una espectacular fotografía: grata e impresionante, mérito de Shelly Johnson. A la vez, la música (por ratos excesiva) es un oportuno subrayado de la aventura, con partitura del conocido James Newton Howard.
La historia sucede en 1890 y no está demás señalar que, en el marco de los hechos históricos aquí señalados, el filme asume un carácter épico configurado en la unidad del caballo y su jinete: Hidalgo y Hopkins.
Como dice el crítico de cine Roger Ebert (Chicago Sun-Times): "La película es una vuelta a los tiempos en que los héroes y sus caballos arriesgaban todo". Que disfruten la aventura, ya verán que sí.
Cómo, cuándo, dónde...:
Hidalgo: Océano de fuego se exhibe en Circuito de Cines Magaly, Cinemark y Cinépolis.
Entrada: De ¢1.000 a ¢1.500, según la sala. Precio especial en funciones de la tarde y para pensionados.
Horario: Funciones regulares.