Washington (AFP). Mientras el cambio climático se halla en el centro de los debates del Foro Económico Mundial de Davos, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, mantiene incambiada esencialmente su posición sobre las medidas a tomar para luchar contra el calentamiento del planeta.
En su discurso sobre el estado de la Unión el martes de noche, el presidente norteamericano apenas hizo una breve mención al cambio climático.
"Estados Unidos está en vísperas de descubrimientos tecnológicos que nos permitirán depender menos del petróleo. Esas tecnologías nos ayudarán a tener más cuidado con el medio ambiente y a enfrentar los serios desafíos del cambio climático", afirmó.
Es cierto que planteó el objetivo de reducir en 20% el consumo de gasolina en los próximos diez años, pero lo justificó por la necesidad de reducir la dependencia energética del país.
Para los defensores del ambiente, la decepción fue enorme.
"La comunidad internacional deberá abandonar de una vez por todas cualquier esperanza de que el presidente Bush modifique su política sobre el cambio climático", se lamentó John Passacantando, director de Greenpeace Estados Unidos.
Por una coincidencia de calendario, el discurso presidencial estaba programado la víspera de la apertura del Foro Económico Mundial en Davos (este de Suiza), que entre otras cosas abordará los problemas vinculados al cambio climático.
"Es un paso en la buena dirección", declaró Nicholas Stern, autor de un reciente informe sobre los riesgos asociados al calentamiento global, en reacción a las palabras de Bush.
Pero en realidad el presidente estadounidense ha modificado poco su postura respecto al tema. En 2005 había reconocido que el cambio climático era un "problema grave", que "hay que abordar", aunque ello no desembocó en cambios concretos, al margen de llamados genéricos al uso de fuentes alternativas de energía, como el etanol.
Las reticencias de Bush en relación con el cambio climático son de larga data. Su gobierno, preocupado por conservar el nivel de empleo, siempre rechazó el Protocolo de Kioto -lo que creó la paradójica situación de que varias ciudades y estados del país se impusieran por propia voluntad las normas del Protocolo, que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, los fundamentos del Protocolo de Kioto son para Bush discutibles. En junio de 2001 había opinado que el Protocolo era "poco realista en numerosos aspectos" y que sus objetivos no estaban "fundados en datos científicos".
Con esa conducta, el presidente estadounidense se suma al escepticismo de la mayoría de los empresarios sobre las evidencias del calentamiento global.
"Lo único que nos salvará es la (muy alta) probabilidad de que las previsiones más sombrías sobre el cambio climático sean falsas, la (nada improbable) posibilidad de que la biósfera evolucione para utilizar una atmósfera un poco más rica en carbono y la (casi segura) perspectiva de que la humanidad intentará adaptarse", escribía el miércoles el columnista Holman Jenkins en The Wall Street Journal.
Pero el viento podría estar cambiando.
Nueve grandes grupos económicos estadounidenses, entre ellos Alcoa, General Electric y DuPont, reclamaron el lunes metas de reducción de gases de efecto invernadero.
El documental "Una verdad incómoda" (An inconvenient truth), realizado por Al Gore (el derrotado adversario del presidente Bush en las elecciones de 2000), tuvo un gran éxito en Estados Unidos.
Mayoritarios ahora en el Congreso, los demócratas podrían presionar para que se produzcan cambios en ese ámbito en la política estadounidense.
"Estoy decepcionado por el hecho de que el presidente hablara tan poco sobre la forma de luchar contra el calentamiento global", dijo el martes el senador demócrata Jeff Bingaman, presidente de la comisión de Energía de la cámara alta.
Según él, Bush "desaprovechó una verdadera oportunidad".