
I Parte
Ya no usan largas batas de color negro, extraños sombreros ni viajan en escobas asustando a la gente en noches de luna llena.
Los brujos de ahora, convertidos en prósperos empresarios, alquilan lujosos apartamentos, se movilizan en vehículos último modelo y muchos tienen la apariencia de inocentes ejecutivos.
Son hombres y mujeres con algo en común: a cambio de fuertes sumas de dinero, fincas, casas o autos, juran resolver problemas amorosos, ahuyentar la mala suerte y curar las peores enfermedades conocidas.
Un recorrido hecho por La Nación, entre el martes y el miércoles anteriores, permitió corroborar la presencia desde gente de aspecto sencillo hasta elegantes hombres y mujeres con teléfono celular y lujosos autos, en casas de "clarividentes" costarricenses y extranjeros.
Aprovechando la facilidad de palabra y poder de convencimiento, estos modernos hechiceros --la mayoría peruanos y colombianos-- ganan hasta ¢7 millones al mes por su promesa de eliminar "maldiciones" mediante extraños rituales o con la venta de brebajes y talismanes para "atraer suerte, dinero, sabiduría y amor".
Es un floreciente negocio en la impunidad porque la legislación vigente solo establece pequeñas multas para quienes son sorprendidos en estas actividades.
¿Soluciones mágicas?
Según informes en poder del OIJ y la Gobernación de San José, cientos de personas visitan diariamente consultorios y casas particulares en busca de "soluciones mágicas" para trastornos sentimentales, dolencias físicas y cualquier otro tipo de contratiempo que relacionan con maleficios y maldiciones.
"Si marcha mal su negocio, tiene problemas amorosos, no es feliz en su hogar... aquí estamos para protegerlos y liberarlos"; "Traemos a su ser amado por difícil que sea"; "El amuleto Tehuano te ayuda a eliminar las fuerzas negativas de tu camino", son solo algunos de los anuncios que publican diariamente en distintos medios de comunicación.
Las autoridades estiman que al menos 20 extranjeros, entre peruanos, colombianos y panameños, se reúnen con frecuencia para coordinar sus actividades en distintos lugares del país.
Los clientes, desesperados por sus problemas hacen hasta lo imposible por consultar a estos brujos. Un campesino vecino de Corralillo de Cartago, hipotecó su finca para cancelar ¢500 mil a un hechicero que lo convenció acerca de la existencia de una "botija llena de oro" en su propiedad.
Cuando sus familiares lo convencieron del engaño ya era tarde: el brujo había desaparecido misteriosamente.
Otros incautos, como una mujer vecina de Guápiles cuyo marido se marchó de la casa sin ninguna explicación, vendió un lote para pagar un ritual que le devolvería a su esposo. Al final, perdió el dinero, el lote y siempre se quedó sin cónyuge.
Por todas partes
Aunque hasta hace cuatro años la brujería estaba controlada casi exclusivamente por colombianos, los costarricenses también se abren campo en este lucrativo negocio.
De acuerdo con informes en poder de las autoridades, aproximadamente 12 nacionales, la mayoría vecinos de San José, convirtieron sus casas en consultorios y ofrecen, al igual que los colombianos, consejos, brebajes y talismanes capaces de curar cualquier dolencia tanto del cuerpo como del alma.
Con nombres como "Leo", "Yarima", "Ruth", "Angel" o "Pirámide Azul", los nuevos hechiceros cuentan con secretaria y cobran entre ¢4.000 y ¢5.000 por consulta, además de ¢10.000 y hasta ¢50.000 por "tratamientos especiales", precio que aumenta dependiendo de las características del cliente.
El discurso que se les escucha parece ser el mismo. El experto en ciencias ocultas pregunta a sus clientes si poseen cuentas bancarias, propiedades y el monto de sus ingresos mensuales, información que les permite determinar el monto a "sacar" a su víctima", según cuenta Alvaro González Espinoza, quien impulsa una campaña contra los falsos hechiceros.
"Es la más infame de las estafas. Se aprovechan de gente de poca formación espiritual para robarles de forma descarada", exclamó en tono airado González, quien a mediados de noviembre reunió a 150 personas estafadas por brujos frente al edificio de la Gobernación de San José para exigir "la clausura inmediata de todos esos centros de ruindad y de robo".
La actividad de los modernos brujos no es regulada por ningún cuerpo policial del país. Incluso, pese a sentirse estafados, muy pocas personas acuden al Organismo de Investigación Judicial (OIJ), al parecer por vergüenza, según voceros de ese cuerpo policial.
Aunque el número de hechiceros y la cantidad de amuletos de buena suerte en venta parece ir en aumento, la legislación vigente no contempla penas severas para regular ese tipo de actividad. Actualmente, la brujería es sancionada con tres a 30 días multa, según el artículo 384 del Código Penal.
Víctimas fáciles
¿Por qué cada vez más gente acude a falsos adivinos?
Para los expertos, este fenómeno está relacionado con la crisis socioeconómica que sufre el país, lo cual lleva a mucha gente a buscar "soluciones mágicas" para problemas cotidianos que se salieron de su control.
"La gente pierde su confianza en las formas tradicionales de resolver sus conflictos, en las instituciones del Estado. Distorsionan la percepción de la realidad y entonces son capaces de pagar cualquier cosa por encontrar una rápida solución, una cura mágica...", comenta Pablo González Hernández, psicólogo clínico del departamento de Medicina Legal del Poder Judicial.
Para este especialista, desde campesinos hasta profesionales y empresarios se ven sometidos a presiones cada vez más fuertes, lo cual los hace perder fe en sus capacidades para salir adelante.
"Acuden a fuerzas extrañas para volver a tener una situación ideal. Además, los hechiceros, verdaderos estafadores, tienen mucha capacidad para convencer y un discurso que les permite ganarse la confianza y la fe de la gente", añadió González.
Un criterio similar exteriorizó el psiquiatra Abel Pacheco quien calificó a los brujos como "viles ladrones y rateros".
"La gente está buscando soluciones fáciles; hay personas desesperadas que si les ofrecen amor y dinero pues los compran. Somos producto de una cultura mágica", afirmó.
Pacheco dijo conocer el caso de "familias distinguidas" de San José que viajan ocasionalmente a Miami, Estados Unidos, para consultar a reconocidos brujos, así como el caso de "un amigo con dinero" que pagó una fortuna para "sacar un maleficio de su finca".
"Mucha gente desesperada busca curaciones milagrosas y hay quienes las ofrecen; es muy fácil creer", añadió.
Milagros con precio
Además de cobrar dinero por sus consultas, los llamados adivinadores hacen su agosto con la venta de distintos artículos con "poderes mágicos" para alejar cualquier mala influencia.
Estos objetos, hechos con trozos de hule, vidrio o madera, tienen un costo que oscila entre ¢5.000 y ¢150.000. Cada uno, según sus creadores, tiene un objetivo definido.
Moneda Cósmica
Los brujos la prescriben para "encontrar el amor perdido y atraer buena suerte". Aleja las malas influencias.
La Estrella del Oriente y el Padre Santo
Los recomiendan pues según ellos garantizan fortuna y la bendición del hogar. Aleja la mala suerte.
"Exorcismo del agua"
Lo venden para expulsar a los enemigos y curar cualquier enfermedad.
Gran secreto de Himalaya
Es único en el mundo, dicen ellos. Para que no se le mueran los animales, para que juegue lotería; para tener dinero y amor" (así lo anuncian hombres que se hacen llamar "Hermanos de La Fe).
Amuleto Tehuano
Es promovido por una mujer que dice formar parte de un grupo denominado "Pirámide Azul". Vale ¢5.000 y sirve para "eliminar fuerzas negativas".
Fuente: Visitas a consultorios de brujos, entre el 3 y 5 de diciembre pasados.