En el infierno le están ganando la partida al cielo: cada vez más almas van a parar a las tinieblas, mientras que al paraíso llegan cada vez menos. Por eso, en el edén, andan un poco deprimidos. Por aquí, en tono de comedia irónica, corre el argumento de la película española Bendito infierno (2001), dirigida por Agustín Díaz Yanes, por lo que en los cines se ha desatado la lucha entre el bien y el mal.
Agustín Díaz Yanes es el director de la cinta Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995). Ahora, en Bendito infierno, nos presenta un cielo glamuroso, donde se habla en francés, y un infierno con círculos dantescos donde se habla en inglés. Entretanto, los terrenales con el alma en el cuerpo hablan en español.
Todo marcha como dijimos al principio, hasta el día en que a las criaturas celestiales les llega una gran oportunidad: salvar el alma de un boxeador con pasado turbulento. Él se llama Many Chaves (encarnado por el actor mexicano Demián Bichir).
Para eso, los dirigentes de la gloria eterna deciden enviar a un ángel salvador, Lola Nevado, quien -como agente secreto- finge ser la esposa del boxeador. Sin embargo, en el infierno no se cruzan de brazos y mandan a una bellísima demonia a pelear por el alma de Many; se trata de Carmen Ramos, quien se hace pasar por prima de Many.
La actriz española Victoria Abril interpreta a Lola, y la también española Penélope Cruz hace de Carmen. Por su parte, el actor mexicano Gael García Bernal (como Davenport) encarna al administrador de los intereses infernales y la actriz francesa Fanny Ardant (como Marina) se encarga de los celestiales.
Se trata de un filme con deseos de singularidad, cuya calidad final está a medio camino entre el cielo y el infierno: digamos que en el purgatorio, con un argumento que da para poco y está serafínicamente estirado. Con buenos encuadres de Penélope Cruz, su humor negro supera pecados y gana indulgencias, por lo que el filme puede verse sin arder en las llamas del entusiasmo.